CoronaBlitz

Es bastante frecuente ver cómo los medios de comunicación comparan el coronavirus con una situación bélica. En cada ocasión, no puedo evitar que aparezca la misma imagen en mi cabeza.

Imagino que la pandemia es como si cada día nos bombardeasen y en el telediario apareciese la lista de bajas y daños económicos, junto con las medidas de nuestros gobernantes para resistir. Imagino, y no puedo evitar una mueca, que somos ingleses bajo el blitz nazi.

En vez de tener a un Churchill que nos prometa “sangre, sudor y lágrimas” hasta la victoria final, nos dijeron que no habría más que uno o dos contagios. Por supuesto, la mayor parte de la población se lo creyó, aunque en el continente cayesen los soldados a miles. Cuando hubo escasez de mascarillas y la población comenzó a fabricarlas en sus casas con sus propios medios, nos dijeron que no eran necesarias: no hay que movilizar a la población para la guerra; no os preocupeis que nos van a bombardear en broma.

De todos modos, tampoco puedo evitar hacer el símil respecto al comportamiento del personal. Imagino la vida diaria en el Londres acribillado por las bombas. Mientras las sirenas suenan porque otra vez vienen los aviones de la luftwaffe, los paisanos no corren al metro o al refugio antiaéreo, sino que se reúnen en el bar. Allí, con un codo apoyado en la barra, mientras el edificio de al lado arde, Paco Smith comenta que tampoco muere tanta gente en los bombardeos. No hay que dejar de hacer vida normal por ello. Además, toda la vida se han bombardeado ciudades, ni que fuera algo nuevo. Pasándose el palillo de un lado a otro de la boca comenta que no hay que obsesionarse ni mucho menos renunciar al sagrado derecho de ir al bar cuando uno quiera. Al fin y al cabo, la libertad es morirse donde uno quiera y que los nazis sean mala gente es sólo un bulo difundido por las redes sociales. En definitiva, la culpa de todo la tiene el gobierno: si no quieren que haga el gilipollas, que me lo impidan.