Es duro vivir sin un objetivo, sin una esperanza de que la vida se convierta de algún modo en vocación o en destino. Es duro ver pasar el tiempo y sentir que tu existencia transcurre sin que puedas llevar otra cuenta que la de los días y los años, pero nunca de los hechos, de los logros, o de las satisfacciones.
Pero encontrar un destino puede a veces ser peor. Los que encuentran un destino son una especie peculiar de narcisistas que en vez de enamorarse de sí mismos se enamoran de ese destino que vendrá a darles sentido.
Porque entonces su vida se independiza de ellos y comienza a tener sus propios intereses, los que convienen al destino, y a tomar decisiones que perjudican al individuo pero son elegidos por ese poderoso destino.
Y tu destino es un cabrón que te lo pide todo pero no tiene la menor intención de mover un dedo por ti. Como tu vocación. Utilizan tu salud, tu energía y tus ganas de luchar para engrandecerse por su cuenta, pero no se preocupan de si duermes, de si comes ni de si eres feliz. Te exigen que viajes, que trabajes catorce horas, que te enfrentes a peligros e incomodidades, pero les da soberanamente igual si te deja tu pareja o, te apedrean o enfermas.
Las personas que tienen un destino se sienten responsables de él, pero el destino no se siente en absoluto responsable de ellas. Y las adorna con baratijas de vanidad hasta escupir su carcasa, como una araña con el insecto que ha caído en su tela.
Y sien embargo, ¿quién querría rumiar su vida en tres estómagos de indiferencia?
Comentarios
No tener objetivos en la vida es una de las cosas más tristes y si tu objetivo es ser feliz es que no lo estás planteando bien. Para ser feliz se han de cumplir los objetivos que te has marcado (entre otras cosas) y si no se cumplen ya te plantearás otros, el caso es tener claro que estás haciendo algo por una razón.
Decir voy a ser feliz es como empezar una casa desde el tejado.
El único destino que vale la pena es el que le pones a los envíos de kickstarter y de Amazon.
Tu calle portal y piso. El destino siempre te trae cosas bonitas a la puerta.
#1 Todos los destinos son buenos si se puede aparcar allí.
#5 mejores si te lleva un chófer, y gloriosos si el chófer se llama Bautista.
Como bien no dices el destino suele ser nada, pero el camino que recorres hacia el destino te engrandece a ti, te desarrolla, mejora y evoluciona.
¿Con algún fin? Sólo si crees en una siguiente vida.
"El filósofo Descartes creía que había encontrado la verdad fundamental cuando hizo su famosa afirmación: "Pienso, luego existo”. De hecho había dado expresión al error básico: Equiparar pensar con ser, e identidad con pensamiento.
La identificación con la mente crea una pantalla opaca de conceptos, etiquetas, imágenes, palabras, juicios y definiciones que bloquea toda relación verdadera. Se interpone entre usted y su propio yo, entre usted y su prójimo, entre usted y la naturaleza. Esta pantalla de pensamiento es la que crea la ilusión de la separación, la ilusión de que existe usted y un “otro” totalmente separado. Entonces nos olvidamos de el hecho esencial de que, bajo el nivel de las apariencias y de las formas separadas, usted es uno con todo lo que es.
“Pienso, luego existo” . Esta fue la respuesta que encontró Descartes para la pregunta "¿Hay algo que pueda saber con absoluta certeza?". Él se dió cuenta de que el hecho de que estaba siempre pensando estaba fuera de toda duda, y en consecuencia equiparó pensar con ser, es decir, la identidad – yo soy- con el pensamiento. En lugar de la verdad definitiva, había encontrado la raíz del ego, pero él no lo sabía.
Pasaron casi trescientos años hasta que otro famoso filósofo viera en aquella frase algo que Descartes, y todos los demás, habían pasado por alto. Su nombre era Jean Paul Sartre. Examinó a fondo la frase de Descartes, “Pienso, luego existo”, y de pronto se dio cuenta, según sus propias palabras, de que “la conciencia que dice`existo` no es la conciencia que piensa” , ¿Qué quería decir con eso?. Cuando eres consciente de que estás pensando, esa conciencia no forma parte del pensar. Es una dimensión diferente de conciencia. Y es esa conciencia la que dice “existo”. Si en ti no hubiera nada más que pensamiento, ni siquiera sabrías que estás pensando. Serías como un soñador que no sabe que está soñando. Estarías tan identificado con cada pensamiento como el soñador con cada imagen de su sueño. Muchas personas siguen viviendo así, como sonámbulos, atrapados en estructuras mentales viejas y disfuncionales que continuamente recrean la misma realidad de pesadilla. Cuando sabes que estás soñando, estás despierto dentro del sueño. Ha intervenido otra dimensión de la conciencia.
Las implicaciones de la visión de Sartre son profundas, pero él mismo estaba demasiado identificado con el pensamiento para darse cuenta de toda la importancia de lo que había descubierto: la emergencia de una nueva dimensión de la consciencia.
El pensador compulsivo, que quiere decir casi todo el mundo, vive en un estado de separación aparente, en un mundo enfermizamente complejo de problemas y conflictos continuos, un mundo que refleja la creciente fragmentación de la mente.
La iluminación es un estado de totalidad, de estar "en unión" y por lo tanto en paz. En unión con la vida en su aspecto manifestado, el mundo, así como con su ser más profundo y con la vida no manifestada. La iluminación no es sólo el fin del sufrimiento y del conflicto continuo interior y exterior, sino también el fin de la temible esclavitud del pensamiento incesante. ¡Qué increíble liberación!
La palabra “iluminación” evoca la idea de algún logro sobrehumano, y al ego le gusta verlo así; sin embargo, se trata simplemente de tu estado natural sentido de unión con el Ser. Es un estado de conexión con algo inconmensurable e indestructible, algo que, casi paradójicamente, eres tú en esencia y que, sin embargo, es mucho más grande que tú. Es el encuentro de tu verdadera naturaleza, más allá de nombres y formas. La incapacidad de encontrar esta conexión da origen a la ilusión de separación de ti mismo y del mundo que te rodea. Te percibes entonces a ti mismo, consciente o inconscientemente, como un fragmento aislado. Surge el temor, y el conflicto -interno y externo- se vuelve habitual.
Me gusta la sencilla manera en que el Buda define el estado de iluminación: “el fin del sufrimiento”. ¿Hay acaso algo sobrehumano en esto? Por supuesto, como definición es incompleta. Sólo te dice lo que la iluminación no es: no es sufrimiento. Pero, ¿qué es lo que queda cuando ya no hay sufrimiento? El Buda guarda silencio al respecto, y su silencio implica que tendrás que descubrir eso por ti mismo. Utiliza una definición negativa, de modo que la mente no pueda transformarlo en algo en qué creer o en algún logro sobrehumano, en una meta que te sea imposible alcanzar.
La identificación con tu mente, es lo que hace que el pensamiento se vuelva compulsivo. No poder dejar de pensar es una espantosa calamidad, pero no nos damos cuenta de esto porque casi todo el mundo la sufre, así que es considerada “normal”. Este ruido mental incesante te impide hallar ese dominio de quietud interna que es inseparable del Ser. Esto también crea un falso “yo” -fabricado por la mente-, que extiende una sombra de temor y sufrimiento.
La mente es un instrumento soberbio si la usamos correctamente. Si se le usa en forma incorrecta, sin embargo, se vuelve muy destructiva. Para ser más preciso, no se trata tanto de que uses tu mente del modo incorrecto -en general no las usas para nada-. Ella te usa. Ésa es la enfermedad. Crees que eres tu mente. Ese es el delirio. El instrumento se ha apropiado de ti." (Eckhart Tolle)
Felicidad - Anthony De Mello:
Decisiones - Viktor Frankl:
Estrés - Eckhart Tolle:
El cazador y el cazado - Antonio Escohotado:
El amor según Anthony de Mello: y
Conceptos ilusorios por Anthony de Mello:
Pensamientos - Jim Carrey:
#8 Muy currado ,me han gustado los enlaces .
No preguntes lo que tu destino puede hacer por tí, sino lo que tú puedes hacer por tu destino.
#4 Make your destiny great again!