He sido víctima de una agresión sexual, ¿o no?

Llevo tres días dándole vueltas a si contar aquí el incidente del pasado martes, si sería positivo visibilizarlo más allá de tus íntimas amistades y familia más próxima. Cómo lo debería de contar, es decir, ser muy minucioso en los detalles o ser más genérico. Y después de tres días pensando y repensando, no sé como explicarlo y no sé si será positivo, pero lo que sí me ha quedado claro, es que este tipo de acciones no pueden caer en el olvido y que es necesario que se sepan, porque detrás de una agresión, o no, hay una víctima, y lo que se siente es algo bastante jodido. Tengo la intención de contaros todo lo que pueda y recuerde separado por párrafos para intentar poner en el mejor contexto posible los hechos. Empecemos.

Los hechos:

Hace cuatro meses comencé un curso de "pintura óleo sobre acuarela" en el cual veinticuatro personas comenzamos a aprender a pintar y a adquirir técnicas tanto de pintura como transversales. De principio hubo una persona que no soporté, Amelia. Son de esas personas que por su forma de ser, por como se expresan, por como es su actitud, pues no te cae bien. Pasaron casi cuatro meses hasta que por azar me tocó formar grupo para hacer una réplica de "El Ecce Homo" de Murillo. Antes del incidente, intercambiamos dos conversaciones de apenas un par de frases y poco más. El martes, a eso de la una de la tarde, estamos trabajando sobre una mesa los cinco integrantes del grupo, dispuestos en forma de 'U', en la que yo me encontraba en la parte más alejada de la cabecera que formaban dos mesas juntas, a mi lado, una compañera, al lado de está y ya en la cabecera de la mesa, dos compañeros y en la otra parte Amelia. En medio de una conversación que tenía con uno de mis compañeros, Amelia interrumpe tarareando la canción "Devórame otra vez" pero cambiando el, devórame por 'píntame otra vez'. Se levanta de su sitio, avanza por detrás de mis compañeros, y se posiciona justamente entre mí y mi compañera en el pequeño hueco que había por las patas de la mesa, y con ese canturreo desagradable se abalanza sobre mí y comienza a frotarse. Siento sus pechos sobre mi brazo, su estómago sobre mis costillas a lo que con un gesto de, no sé como definirlo, me encojo de brazos para minimizar mi espacio expuesto y me aparto hacia la derecha todo lo que puedo, puesto que estoy sentado y medio encajonado, y en vez de deponer esa actitud, de entender que esa respuesta física era un NO, vuelve a incidir sobre mí y se vuelve a restregar. De los tres compañeros que estaban presenciando tan dantesca escena, dos de ellos (hombre y mujer) ríen de manera nerviosa y no quieren ni mirar, prefieren centrarse en el cuadro y no contemplar aquella escena, sin embargo, el tercero no tuvo más remedio que ver todo aquello y cuando volvió, le dijo más o menos esto: "Amelia, eso no se hace y menos sin consentimiento. Un no es un no" igual no fueron exactamente estas palabras, pero fue lo que me dijo el compañero al que le atacó la risa floja, que oyó decir, yo sabía que algo había dicho, pero no era capaz de recordarlo. Una vez Amelia dispuso su actitud y volvió a su sitio, le pregunté: ¿te parece normal lo que acabas de hacer?, ¿harías esto en un entorno laboral?, a lo que me respondió: 'no, ni se me ocurriría hacer esto en un entorno laboral', volví a preguntar, ¿si alguien hubiese entrado por la puerta, y hubiese visto esta escena, ¿qué hubiese pensado?, a esta pregunta ya no obtuve respuesta. A la media hora, me fui del curso, no me sentía cómodo, algo dentro de mí estaba raro, y de camino al autobús, mi cabeza colapsó y me generó varias preguntas, ¿qué coño acaba de pasar?, ¿una tía se acaba de frotar contra mí?, ¿por qué?, y se desató una crisis de ansiedad terrible, aunque debido a mis antecedentes ansiosos pude medio controlar.

Hablando con la familia y amigas:

De vuelta hacia casa, pasé un audio a una amiga a la que quiero un montón contándole lo que me acababa de pasar, mejor dicho, le dije que si nos podíamos ver, pero no recordaba que estaba en Zamora de vacaciones, así que me pidió que le pasase un audio, y eso hice. Su primera reacción tras escuchar fue "Pero que me estás contando", "Y esa puta loca de donde ha salido", "¿Cómo estás?", "¿Lo habrás denunciado?", "Pero que asco, joder". Seguidamente, cuando llegué a casa, esperé a que llegase mi pareja y junto a mi hijo, les puse el audio. Ambos no daban crédito a lo que estaban escuchando, una vez terminado de escuchar, 6:39 segundos dura el audio, el primero en reaccionar fue mi hijo y me dijo "Lo que tienes que hacer es enfrentarte a ella y decirle que lo que ha hecho no lo puede hacer, que eso es acoso y sacarte esa angustia que tienes dentro, porque como no lo hagas, lo vas a tener ahí machacándote, y luego hablaría con Juan Alberto, que es el papá de un amigo del colegio, el cual es abogado.".

Ese audio, lo remití a dos grupos de whatsapp en el cual el único integrante masculino soy yo y como podréis imaginar recibí dos tipos de mensaje:

  • Joder, tío, cuanto lo siento. Lo que necesites.
  • Bueno, no le des tanta importancia, quítale hierro al asunto y pasa página.

Buscando ayuda:

Después de recibir mensajes contradictorios por parte de mis amistades, mi cabeza era una máquina de generar situaciones, de recordar el momento, de las risas, de los comentarios. Por la tarde consigo hablar con la dirección del centro para exponer lo sucedido. Me muestran su apoyo, que esté tranquilo y que van a llevar este incidente a los superiores para analizarlo y para tomar las medidas necesarias.

El miércoles por la mañana mantengo una conversación con una persona responsable del centro, el cual, catalogó el incidente como "un error" y al que me apostilló con un "seguramente tú hayas cometido errores en el pasado y se te dio una segunda oportunidad", no tenía muchas esperanzas de que fuesen contundentes en la toma de decisiones como nos quisieron hacer ver en una charla de principio de curso sobre tolerancia cero con las conductas violentas y de acoso, que aquello era un espacio seguro y que si algo pasaba, las medidas iban a ser contundentes. De vuelta a casa, en el metro, me llega un mensaje de Juan Alberto, el abogado: "qué pasa tío, como estás" a lo que le respondo "bueno, con un marronaco encima de los importantes", "no me jodas, pásate por el despacho y me cuentas", "ok, te mando un audio para ponerte en contexto". En la conversación que mantuve con él, me recomienda que vaya a la comisaría que hay un grupo de violencia de género y familiar y que son muy majas, que seguro te pueden ayudar en algo, en ese momento yo no entendía lo que me estaba pasando, pero mi salud mental se iba deteriorando por momentos, así que decido hacer caso a Juan Alberto y marcho para comisaría.

La ley del sí es sí:

En comisaría me atiende una mujer, me pasa a un despacho y me dispongo a contarle más o menos todo lo de arriba, y me realiza dos o tres preguntas:

  • ¿Le tocó los glúteos?
  • ¿Le tocó sus genitales?
  • ¿Le tocó los pechos?

Mi respuesta fue no, era lo que yo recordaba y no iba a mentir, a lo que me dijo, "según la ley, no se puede considerar agresión sexual, aunque si usted quiere denunciar, seguramente se pueda encajar en algún supuesto, no lo sé, tendríamos que ver", le respondí que no iba en busca de poner ninguna denuncia, sino que necesitaba poner orden en mi cabeza, que alguien me dijese que lo que estaba sintiendo era lógico, que no era un exagerado, que me sentía violentado con razón, que me afirmase que habían cometido sobre mí un acto no consentido y que eso me estaba provocando un terrible malestar y una ansiedad machacona. Me recomendó buscar ayuda psicológica, acudir al centro de salud y que me remitiese al psicólogo.

Buscando ayuda, parte II:

Después de los consejos y la ayuda prestada por la mujer policía, acudo al centro de salud mental de mi zona, en busca de una cita con el psicólogo que hace un par de meses me dio el alta de mi trastorno de ansiedad, el cual ya tenía controlado y sabía como controlar, para que me dijese que podía hacer para mantener esa ansiedad que se estaba desbocando, controlada, y algún consejo para que mi cabeza parase de recordar una y otra vez lo sucedido. Después de cuarenta y cinco minutos de charla, me reafirma que es lícito sentir lo que siento, que no sabe qué decirme, que si mi ansiedad sigue en aumento, que eche mano del lexatin y que puedo acercarme a un punto violeta a ver si allí, que están más acostumbrados a estos casos, te pueden decir algo.

El punto Violeta o de atención a mujeres víctimas de violencia de género:

  • Hola, buenos días. Mire que es que creo que he sido víctima de una agresión sexual.
  • Hola, silencio..., eh..., ya, pero esto es un centro de atención a mujeres...
  • Es que me ha dicho mi psicólogo que venga a hablar con ustedes.
  • Un momento que voy a preguntar.

A los dos o tres minutos, salen dos mujeres, una trabajadora social y la responsable del centro. Me llevan a un despacho y comienzan diciéndome, de manera amable y cariñosa, que allí atienden solo a mujeres, que las partidas se destinan a mujeres, pero que no me preocupe que van a mirar si hay algún recurso para estos casos. La trabajadora social sale del despacho y nos quedamos la responsable del centro y yo, y vuelve a explicarme los de los recursos, etcétera. Le cuento un poco lo que había pasado y su reacción es inmediata, no te preocupes, es lógico que estés así, para ti ha sido un episodio muy violento, y aunque la ley no diga que se puede catalogar como agresión sexual, tú te sientes violentado porque han invadido tu espacio personal, y es lógico. Vuelve la trabajadora social y dice "no hay ningún recurso en la CAM para este tipo de situaciones", me dan la dirección de un centro psicológico, algo así como "psicólogos sin fronteras" y que contacte con ellos, que seguro me pueden ayudar, que lo que necesito es soporte y ayuda psicológica y que no me tengo por qué sentirme mal por sentir lo que siento.

Conclusiones:

Hoy, sábado diecisiete de marzo, sigo dándole vueltas al asunto.

Aún no tengo claro que deba sentir lo que siento, que sea un exagerado y que esté sacando de madre todo esto.

También me digo que si yo hubiese hecho lo mismo, quizás ya tendría algún tipo de represalía.

Me pregunto, por qué no hay una partida, aunque sea pequeña, para atender estos casos de violencia contra los hombres, y no quiero decir con esto, que se modifique las partidas para la atención de mujeres víctimas de agresión sexual o de violencia de género, faltaría más, habría que dedicar más presupuesto, más educación en los colegios, mas campañas de concienciación, porque si algo me corroe por dentro es compararme con cualquier mujer que haya sido víctima de una agresión sexual, da igual el grado, desde un tocamiento no consentido a algo más grave, porque lo que se siente, solo lo sabrás cuando te pase, mientras no tenemos ni la más mínima idea de que ese proceso te va deborando por dentro.

Si has llegado hasta aquí, te agradezco el tiempo dedicado a leer esta pesadilla. Aún no sé si debo pulsar el botón de "publicar", no sé si va a tener mucha o poca visibilidad y en caso de que la tenga, imagino que los comentarios serán de todo tipo y no sé si estoy preparado para leerlos. Pero como decía al comienzo, creo que, bajo mi humilde punto de vista, es necesario visibilizar e intentar concienzar que este tipo de actitudes no tienen cabida en esta sociedad.