«Aquel que todo lo ha visto, que ha experimentado todas las emociones, del júbilo a la desesperación, ha recibido la merced de ver dentro del gran misterio, de los lugares secretos, de los días primeros antes del Diluvio. Ha viajado hasta los confines del mundo y ha regresado, exhausto pero entero. Ha grabado sus hazañas en estelas de piedra, ha vuelto a erigir el sagrado templo del Eanna, así como las gruesas murallas de Uruk, ciudad con la que ninguna otra de la tierra puede compararse.
Mira cómo sus baluartes brillan como cobre al sol. Asciende por la escalera de piedra, más antigua de lo que la mente puede imaginar; llégate al templo del Eanna, consagrado a Ishtar, un templo cuyo tamaño y belleza no ha igualado ningún rey; camina sobre la muralla de Uruk, recurre su perímetro en torno a la ciudad, escruta sus soberbios cimientos, examina su labor de ladrillo, ¡cuán diestra es!; repara en las tierras que circunda: en sus palmeras, sus jardines, sus huertos, sus espléndidos palacios y templos, sus talleres y mercados, sus casas, sus plazas.
Busca su piedra angular y, debajo de ella, el cofre de cobre que indica su nombre. Ábrelo. Levanta su tapa. Saca de él la tablilla de lapislázuli. Lee cómo Gilgamesh todo lo sufrió y todo lo superó.»
Comentarios
Lamentablemente, los restos en escritura cuneiforme de esa epopeya, unos mil años antes que se escribieran, tras el exilio en Babilonia, los libros del Pentateuco judio, no nos han conservado la totalidad del texto. Pero sí cuetan ya una versión más antigua de la historia de Noe y su Arca donde salvó a todas las especies animales. Los arqueólogos han encontrado nuevas tablilllas con la narración del Paraíso y de la tentación de Adan y Eva a los que se había prohibido degustar la fruta del árbol de la cincia del bien y del mal.
El mito enseña que hay una diferencia esencial entre dioses y humanos, en saber y en limitación de vida: inmortales y mortales. Pero tanto en Asirios y Caldeos, como luego en los mitos griegos donde Pandora y Prometeo también reflejan el deseo humano de superar limitaciones de la creatura y acercarse el poder (robo del fuego, apertura del ánfora por Pandora de donde salen todos los males del mundo, también son un fundamento religioso-mítologico a la deprecisación de la mujer frente al varón. En el arbol genealógico de los mitos, todavía no completo, aparece la superioridad mascullina en dioses frente a las diosas madre anteriores. Y esos mitos abarcan tanto el espacio del Medioriente como el de la cuenca del Indo o las lllanuras europeas donde se van diferenciando celtas y otros pueblos indeuropeos en los comienzos del Neolítico.
Lamentablemente, los restos en escritura cuneiforme de esa epopeya, unos mil años antes que se escribieran, tras el exilio en Babilonia, los libros del Pentateuco judio, no nos han conservado la totalidad del texto. Pero sí cuetan ya una versión más antigua de la historia de Noe y su Arca donde salvó a todas las especies animales. Los arqueólogos han encontrado nuevas tablilllas con la narración del Paraíso y de la tentación de Adan y Eva a los que se había prohibido degustar la fruta del árbol de la cincia del bien y del mal.