En la ley romana se castigaba con la muerte a quien se apoderase de las cosechas de sus vecinos usando la magia.
Sobre este asunto, Plinio nos cuenta un caso que se inició contra un romano llamado Furio Cremiso:
C, F. Cremiso, un liberto, sacaba de su pequeño campo más frutos que los que todos sus vecinos sacaban de propiedades mucho más grandes. Por ello, como era muy envidiado por éstos, y como se sospechaba que atraía las cosechas de los otros con encantamientos, fue citado a un juicio por Espurio Albino, edil curul. Como temía la condena por el voto de los tribunos, Cremiso llevó al Foro todo su material agrícola, los esclavos vigorosos, bien cuidados y bien vestidos, los utensilios bien hechos, las rejas de arado poderosas, los bueyes bien alimentados. Y entonces dijo: 'Oh quirites, éstas son mis magias, y no puedo ni mostraros ni traer al Foro mis trabajos, mis desvelos y mis sudores'. Dijo esto y se le absolvió por unanimidad.
Es un caso (posiblemente falso) que bien pudo usarse a modo de "fábula" para intentar enseñar algo a los romanos, pero que me ha parecido interesante porque a día de hoy podría tener dos interpretaciones dependiendo del punto de vista que se tenga.
¿Era Cremiso un audaz entrepeneur negotiator que tenía que soportar las envidias y los ataques de los mediocres por su éxito?
¿Era Cremiso el ejemplo de que asegurar unas buenas condiciones a sus trabajadores y tratarlos bien (obviando que eran esclavos), cuidar a sus animales, y proporcionar los medios necesarios y adecuados para el trabajo y no ratonear con el material (no como el resto de empresaurios negotiatores) era mejor para el negocio?
Personalmente me quedo con la segunda opción (aunque lo de ser esclavo...)