Introducción
Hace 4 días (en el momento en que publico este artículo) Elisa Beni, una monárquica disfrazada de republicana (que usa el disfraz "soy republicana pero creo que no es el momento adecuado para pasar a la república", de los varios disfraces republicanos disponibles) que escribe nada menos que en ElDiario.es, de Ignacio Escolar (lo de "nada menos" es por lo de ser ella monárquica en el fondo pero no supuestamente serlo ElDiario.es, ya podréis leer el artículo que os digo), publicaba un artículo que ofrecía una importante utilidad, y también un importante error garrafal.
Antes de nada, el artículo es: "El debate que ya existió" https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/debate-existio_129_6154763.html
El importante error garrafal es el de intentar justificar que aunque la república está muy bien y tal todavía no es el momento adecuado de pasar a ella y hay que dejar a la monarquía aún estar (quizá hasta el fin de los tiempos... ; un argumento que lleva ya 40 años utilizándose por todos esos monárquicos que se disfrazan de republicanos, y les ha salido hasta ahora relativamente rentable; Elisa, lo siento, pero te he visto el plumero. Máximo cuando pasar a la república, en el fondo, únicamente se reduce a hacerle unos pequeños retoques a la Constitución; por lo demás, los políticos seguirán intentando robar lo mismo y comprándose los mismos casoplones en urbanizaciones de lujo aislantes).
La importante utilidad del artículo de Elisa es decirnos, o recordarnos, que el debate "monarquía-república" (que muchos reclaman que se produzca) ya se produjo (otra vez) hace más de 42 años y 3 meses (en el momento en que publico este artículo), cuando el jueves 11 de mayo de 1978 se discutió en el Congreso de los Diputados el artículo 1º párrafo 3º de la actual Constitución española ("La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria") en momentos en que nuestra Constitución era solo un anteproyecto de Constitución pendiente de ser aprobado en un referéndum por el pueblo español.
Antes de seguir os pongo enlaces. El enlace del "debate" sobre monarquía o república es el del propio acta oficial de la discusión: Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados número 64, de 11 de mayo de 1978. Es la sesión 4ª del debate global sobre el anteproyecto de Constitución. El enlace del debate sobre monarquía o república es: http://www.congreso.es/public_oficiales/L0/CONG/DS/C_1978_064.PDF . Tenéis que ir a la página 2.193 de ese pdf (no os preocupéis, la primera página de ese Diario de Sesiones número 64 es la número 2.159; el salto en páginas no será muy grande). Por que tengáis más enlaces, en esta otra página web tenéis todos los enlaces al debate global sobre nuestra Constitución, cuando solo era todavía un anteproyecto de Constitución: https://app.congreso.es/consti/constitucion/elaboracion/ses_cong_com.htm
Pues bien, en su artículo en ElDiario.es Elisa Beni nos dice que el debate fue una gran cosa: "en las cortes constituyentes el único voto particular republicano [contra el artículo 1.3 de la Constitución y la monarquía que propugnaba] fue defendido hasta la votación en pleno por el PSOE y el PSUC. Ese voto republicano incluía todos los argumentos [a favor de la república] que cualquiera de nosotros pueda poner sobre la mesa y aún subía la apuesta. Fue respondido, contra argumentado, e incluso ampliado en su fundamentación por los soberanistas."
Bueno, Elisa nos hace imaginarnos que a dónde vamos nosotros hoy, pobres pardillos republicanos.
Según ella el debate fue de tal nivel y envergadura conceptuales que no he tenido más remedio que ir al enlace del debate que os pongo más arriba (el acta misma del Congreso) y leérmelo yo, cosa que también he hecho para que vosotros no tengáis que hacerla.
Si el debate fue de tanta altura conceptual, yo, republicano y por tanto persona racional ante todo, quiero saber qué razones se dieron contra la república y a favor de la monarquía, no vaya a ser que de repente me tenga que volver monárquico.
Antes de nada quiero tranquilizaros. Si sois republicanos por racionalidad, vais a poder seguir siéndolo. Por una parte Elisa Beni nos ha engañado y el debate no fue de tanta altura ni exhaustividad conceptuales.
Por otra parte, en el debate no se dan argumentos tan buenos a favor de la monarquía ni en contra de la república. No se nos revela nada que se nos escapara sobre la monarquía que de repente nos vuelva monárquicos.
Pero, además, leer el debate me ha servido para entender un poco mejor la disparatada mente del monárquico y así perfeccionar cuáles son mis razones en favor de la república.
Así que en el presente artículo me gustaría hacer dos cosas.
La primera, tras haber leído el debate parlamentario preconstituyente sobre monarquía o república expresaros desde mi punto de vista las razones por las que la república es mejor que la monarquía, teniendo en cuenta que estas razones puedo estar ahora formulándolas en términos de las consideraciones e ideas fundamentales a ese respecto que he visto ya manejadas en todo un debate parlamentario. Las razones sobre la superioridad de la república que os expongo en el siguiente apartado son las que yo habría expuesto en aquel debate parlamentario en vista de su contenido y considero que deberían ser expuestas en todo debate parlamentario sobre monarquía o república.
La segunda, poneros unos cuantos extractos del propio debate que se celebró en el Congreso, mostrándoos los argumentos más interesantes que se plantearon a favor de la monarquía y en contra de la república y comentándoos de qué manera fallaban esos argumentos.
Así que vamos a lo primero:
Por qué la república es mejor que la monarquía, desde la perspectiva de un debate sobre la cuestión ya celebrado a nivel parlamentario.
Los privilegios vitalicios, inviolabilidades y demás prerrogativas son complementos que se aplican al desempeño de funciones de un cargo público para ayudarlo, mejorarlo y potenciarlo hasta cierto nivel requerido o exigido.
Dado que los privilegios y prerrogativas son complementos coadyuvantes del desempeño de funciones, entonces lógicamente cuanto mayores sean la capacitación, la cualificación y la habilidad de un cargo público desempeñando sus funciones menor será la ayuda que este cargo necesite para que ese desempeño alcance el nivel de calidad y eficacia que se requiera, y por tanto menos serán los privilegios y prerrogativas que ese cargo público necesite. E inversamente, cuanto menores sean la capacitación, cualificación y habilidad de un cargo público desempeñando sus funciones mayor será la ayuda que este cargo requiera, y por tanto más serán los privilegios y prerrogativas necesarios para que su desempeño pueda alcanzar a situarse en el nivel de calidad y eficacia requerido.
Pero en tanto que complementos coadyuvantes del desempeño de funciones los privilegios y prerrogativas encierran un grave peligro: el de hacer innecesaria la capacitación y cualificación del cargo público y su desempeño.
Un cargo público más capacitado y cualificado siempre es mejor que uno que lo sea menos. Porque con unos mismos privilegios y prerrogativas coadyuvantes, un cargo más capacitado y cualificado siempre podrá llevar el desempeño de sus funciones hasta un nivel de calidad y eficacia más alto que un cargo menos capacitado y cualificado; y si el nivel requerido de calidad y eficacia era un tope fijo entonces un cargo más capacitado y cualificado hará necesarios menos privilegios y prerrogativas para alcanzarlo.
El debido principio de requerirse las mayores cualificación y aptitud posibles irá lógicamente correlacionado con el principio de requerirse que los privilegios y prerrogativas sean los mínimos posibles, en una suerte de eficiencia o economía en cuanto a privilegios y prerrogativas. Un cargo público debería ser tan cualificado, apto y eficiente que necesite las menos ayudas posibles. Un cargo público tan incompetente e inepto que necesita las máximas ayudas, los máximos privilegios y prerrogativas coadyuvantes, es un cargo público costoso e ineficiente. La gente debería ser remunerada por cuánto sea capaz de hacer por sí misma, no por cuánto se la tenga que ayudar en su tarea. Los privilegios y prerrogativas coadyuvantes no deberían ser remunerables.
Así pues los privilegios y prerrogativas no deben ir para el cargo o candidato menos cualificado, sino que deben ir siempre para el cargo o candidato más cualificado y apto, con el criterio anexo de que los privilegios y prerrogativas sean los menos posibles. Esto es, el principio de privilegios y prerrogativas no puede utilizarse para justificar que no deba seguirse y respetarse también el principio de elegirse siempre al candidato que sea más cualificado y apto para ocupar el cargo público. Deben ser la cualificación y la idoneidad los prerrequisitos que se hagan merecedores del sueldo, del cargo y de los privilegios y prerrogativas coadyuvantes, privilegios y prerrogativas que podrán ser mínimos, o incluso no existir, gracias a que la cualificación es máxima. Es mejor hacer vitalicio a un buen juez que a un mal juez.
La corrupción surge cuando se establece que los privilegios y prerrogativas deban ser máximos, porque esto excluye completamente el principio de competencia y presupone que la cualificación y la aptitud puedan ser mínimas o nulas, y toda retribución a una cualificación y una aptitud mínimas o nulas se traduce en un enriquecimiento injusto, corrupto, un sueldo alto no merecido. Como digo, deben ser la cualificación y la idoneidad los prerrequisitos que se hagan merecedores del sueldo, del cargo y de los privilegios y prerrogativas coadyuvantes; no deben ser los privilegios y prerrogativas coadyuvantes los prerrequisitos que hagan a un cargo público merecedor de un sueldo que sea desproporcionadamente alto en relación con una cualificación y una aptitud que no se le exige o se le exige mínimamente. La gente debería ser remunerada por cuánto sea capaz de hacer por sí misma, no por cuánto se la tenga que ayudar en su tarea. Los privilegios y prerrogativas coadyuvantes no deberían ser remunerables.
El más interesado en que le concedan prerrogativas, inviolabilidades y privilegios vitalicios y hereditarios es quien sabe que va a robar o a enriquecerse injustamente porque no quiere o no es capaz de ganarse el dinero ofreciendo a cambio una labor de calidad a la altura que se lo merezca. Una persona capacitada y honrada, noble y digna, no busca ni necesita prerrogativas ni privilegios y se gana su cargo y su sueldo por vía de su capacidad y cualificación.
Los privilegios y las prerrogativas nunca son una dignidad ni una nobleza; de hecho, en tanto que complementos coadyuvantes al desempeño de funciones, ponen más fáciles las cosas y por tanto son indignos, innobles, deshonrosos. La capacidad, la cualificación y la idoneidad son la verdadera dignidad y la verdadera nobleza. Los privilegios y prerrogativas solo pueden ser señal de dignidad y nobleza en la medida en que señalicen la capacidad, la cualificación, la competencia y la idoneidad. El privilegio no se puede convertir en superioridad; es la superioridad la que se puede convertir en privilegio.
Si un cargo público está definido de forma tal que sus funciones deban ser objeto de aceptación o elección democrática mayoritaria por el pueblo entonces ningún privilegio vitalicio o hereditario, inviolabilidad o prerrogativa para ese cargo deberá ser de tal rango o intensidad que impida esa aceptación o elección democrática mayoritaria. Y si las funciones de ese cargo público están definidas de forma que no deban ser objeto de una valoración democrática por el pueblo entonces ningún privilegio vitalicio o hereditario, inviolabilidad o prerrogativa para ese cargo deberá ser de tal rango o intensidad que neutralice o desvirtúe el principio de que el sueldo pagado a ese cargo deberá corresponderse a cambio con el desempeño más cualificado y competente de sus funciones.
En el caso de los cargos públicos políticos, es decir, de los gobernantes, el reconocimiento democrático mayoritario por el pueblo de la cualificación de sus políticas es una garantía más fundamental que cualquier privilegio vitalicio o hereditario, inviolabilidad o prerrogativa, de que dichas políticas se podrán llevar a cabo. La aplicabilidad de una política o ley debe venir determinada por lo máximo de su calidad e idoneidad y lo mínimo de su prerrogativa o privilegio, no por lo máximo de su prerrogativa o privilegio y lo mínimo de su calidad e idoneidad. Por tanto todo privilegio vitalicio o hereditario, inviolabilidad o prerrogativa debe quedar supeditado al apoyo democrático mayoritario del pueblo y al principio de democracia, sin poder pretender desplazar, sustituir, excluir, relegar, sortear, vaciar ni impedir ese principio de democracia.
Ningún privilegio vitalicio o hereditario, inviolabilidad o prerrogativa debería poder permitir a un gobernante hacer cosas que no serían aceptadas democráticamente por la mayoría del pueblo ni debería poder permitir que un cargo de gobierno sea ocupado por alguien que por su cualificación no sería aceptado democráticamente por la mayoría del pueblo.
Los gobernantes deben ganarse, y asimismo conservar, su puesto por la aceptación democrática mayoritaria de sus políticas, no por el artificio de privilegios vitalicios o hereditarios, prerrogativas o inviolabilidades que sean tan intensos que desplacen, releguen, excluyan, sustituyan, sorteen, vacíen o desfiguren esa necesidad de aceptación democrática mayoritaria.
El gobernante que es honrado quiere que sus políticas merezcan aceptación, implantación y una buena remuneración porque así lo aprecie la mayoría democrática del pueblo, no porque así lo preestimen artificialmente privilegios vitalicios o hereditarios, prerrogativas o inviolabilidades.
El gobernante honrado y capacitado siempre se orienta a la aceptación democrática mayoritaria del pueblo, no a privilegios ni prerrogativas que hayan sido calculados con la intensidad y el rango suficientes para hacer innecesaria esa aceptación democrática por el pueblo.
Los privilegios vitalicios y hereditarios, las inviolabilidades y las prerrogativas son y solo pueden ser lícitos y legítimos en tanto acaten, se subordinen y no pretendan deshacer, sustituir, marginar o relegar el principio de democracia, es decir, la necesidad de aceptación democrática mayoritaria, así como el principio de mérito, capacidad, idoneidad y calidad. Cuando no se produce tal acatamiento y subordinación, se vuelven privilegios vitalicios y hereditarios, inviolabilidades y prerrogativas corruptos.
Es el más elemental principio del liberalismo económico que los ciudadanos deban poder elegir democráticamente y demandar los servicios del gobernante que consideren más cualificado y apto.
El liberalismo económico, como todos los demás sistemas económicos, se inventó para combatir la corrupción económica, es decir, se inventó para que el enriquecimiento y el empobrecimiento no puedan ocurrir de forma inmerecida e injusta. Y así de forma paralela la democracia (es decir, la aceptación democrática mayoritaria), que es traducción política del liberalismo económico, es la mejor prerrogativa para garantizar que las políticas de un gobernante podrán ser implantadas, que esas políticas son cualificadas, y que ese gobernante no es un simple corrupto.
Solo un gobernante que sabe que por su ineptitud e incompetencia o por su falta de honradez y su falta de creencia en el mérito y la capacidad no sería elegido democráticamente por el pueblo está interesado en que se le mantenga en el cargo a él y a su linaje familiar por el artificio de prerrogativas, inviolabilidades y privilegios vitalicios y hereditarios corruptos, que poseen la intensidad y el rango calculados para que no sea necesario el apoyo democrático mayoritario. Solo un gobernante que sabe que va a robar y a enriquecerse injustamente porque no querrá o no será capaz de ofrecer a cambio políticas cualificadas que consigan una aceptación democrática mayoritaria y que estén a la altura de su sueldo está interesado en que se le mantenga como gobernante por la vía de prerrogativas, inviolabilidades y privilegios vitalicios y hereditarios corruptos, que desplacen, sustituyan, neutralicen y releguen esa necesidad de calidad y de aceptación democrática mayoritaria de sus políticas. El gobernante que pretende gobernar no por el reconocimiento democrático mayoritario de la buena calidad de sus políticas sino por privilegios hereditarios y vitalicios y por prerrogativas e inviolabilidades corruptos, que expulsen la necesidad de ese reconocimiento democrático mayoritario, quiere alcanzar el poder para enriquecerse sin esfuerzo, fácil, ilícita y corruptamente, sin ofrecer buena política o política alguna a cambio.
Por todo esto, y más aún y en lógica relación recíproca, los privilegios vitalicios y hereditarios, las inviolabilidades y las prerrogativas que desplazan, relegan y neutralizan el prerrequisito de la capacidad y el mérito y el prerrequisito del apoyo democrático mayoritario atraen a gobernantes corruptos y fomentan conductas corruptas en los gobernantes.
De hecho, es así como nació la monarquía: como ejercicio de corrupción. Los gobernantes antiguos, en su posición de poder crear las leyes, se crearon a sí mismos las leyes por las que se dotaban de las inviolabilidades, prerrogativas y privilegios vitalicios y hereditarios que hacían que sus actuaciones quedasen apartadas de cualquier valoración en cuanto a cualificación y capacitación y de cualquier valoración por parte de la mayoría democrática del pueblo. En la medida que la formulación de esas inviolabilidades, prerrogativas y privilegios vitalicios y hereditarios fue llevada hasta esa intensidad corrupta que debilita y llega a impedir el principio de capacidad y mérito y el principio de valoración democrática por los ciudadanos como prerrequisitos, esas prerrogativas y privilegios vitalicios y hereditarios se convirtieron en corrupción institucionalizada. Cuando estas prerrogativas y privilegios vitalicios fueron llevados a la intensidad de la corrupción y así como tales nacieron y se asentaron, nacieron las monarquías en sí mismas. Por tanto las monarquías son, y siguen siendo, corrupción institucionalizada.
Dado que la monarquía es corrupción institucionalizada (y por tanto es una institución incualificada basada en los privilegios), debería exigirse un alto porcentaje cualificado de votos favorables a ella si se desea que el pueblo pueda democráticamente aprobarla y adoptarla, no un bajo porcentaje de votos favorables a ella, dado que debe ser muy seguro que el pueblo está dispuesto a consentirla. Sería exigible, además del alto porcentaje de votos favorables a la monarquía, como mínimo dos votaciones favorables a ella. Y sin que se incluyan en la misma votación otras cuestiones distintas de la monarquía que no hagan claro cuánto o en qué medida el voto del pueblo pueda estar refiriéndose específicamente a la monarquía.
Si un rey de verdad desea lo mejor para su pueblo, abdica en favor de la república, aunque solo sea como gesto.
Hasta los jueces, que son vitalicios, y con más razón por ser vitalicios, tienen que opositar y demostrar su mayor cualificación e idoneidad que las de otros candidatos.
En suma, la república es mejor, más racional, ética y capaz de prosperidad y progreso, porque pone el acento en la maximización de la cualificación, la capacidad y el mérito, frente a los privilegios o las prerrogativas, que deben ser mínimos.
Algunos extractos comentados del debate preconstituyente sobre monarquía o república que se celebró en mayo de 1978
Gómez Llorente, del Grupo Parlamentario Socialista, al leer el voto particular republicano contrario a la proclamación de España como monarquía hecha por el artículo 1.3 de la Constitución, página 2195: «No merece nuestra aquiescencia el posible contraargumento que nos compense afirmando la neutralidad de los magistrados vitalicios y por virtud de la herencia, al situarse más allá de las contiendas de intereses y grupos, pues todo hombre tiene sus intereses, al menos con la institución misma que representa y encarna, y por mucho que desee identificarse con los intereses supremos de la Patria, no es sino un hombre, y su juicio es tan humano y relativo como el de los demás ciudadanos a la hora de juzgar en cada caso el interés común.»
Ningún privilegio vitalicio o hereditario, inviolabilidad o prerrogativa convierte a un ladrón en honrado, a un injusto en neutral o a un incompetente en cualificado. Debe ser al contrario: son la capacitación, la honradez, el mérito y la idoneidad los prerrequisitos que hacen y justifican el cargo, el sueldo, y sus privilegios y prerrogativas coadyuvantes. Es mejor, procura más justicia, hacer vitalicio a un buen juez que a un mal juez.
Ningún privilegio vitalicio o hereditario, inviolabilidad o prerrogativa para un cargo público deberá ser de tal intensidad y rango que neutralice o desvirtúe el principio de que el sueldo pagado a ese cargo deberá corresponderse a cambio con el desempeño más cualificado y competente de sus funciones.
La imparcialidad perfecta es imposible, porque el ser humano es imperfecto. Pero incluso en la medida máxima en que la imparcialidad sea posible, no puede ser el privilegio vitalicio el que convierta al injusto en imparcial; es la imparcialidad de alguien la que debe hacerle merecedor del privilegio vitalicio.
Alguien no presta un buen servicio por haber sido elegido para un cargo o por haber recibido un buen sueldo; es elegido para un cargo o recibe un buen sueldo por prestar un buen servicio. Es y debe ser el desempeño cualificado e idóneo la vía justificativa hacia el cargo, el sueldo y el privilegio coadyuvante, no puede ser al contrario.
Quien menos capaz puede ser de amar la neutralidad y la justicia es quien obtiene un sueldo por un privilegio injusto en vez de por ser neutral y justo.
Como digo más arriba, hasta los jueces, que son vitalicios, y con más razón por ser vitalicios, tienen que opositar y demostrar su mayor cualificación e idoneidad que las de otros candidatos. Los jueces no son justos por ser vitalicios; son vitalicios por ser justos.
Un monarca no puede ser neutral entre facciones ideológicas monárquicas y facciones ideológicas que prefieren la república. Haría falta una institución por encima de la monarquía y la república, pero esa institución debería decidirse eligiéndose entre cualificación (república) o privilegio (monarquía), y seguramente se volvería en sí misma republicana.
Pérez-Llorca Rodrigo, de UCD, partidario de la monarquía, página 2200: «Dada la igualdad jurídica de los órganos constitucionales, el Jefe del Estado se diferencia de los demás por una mayor dignidad personal, actuada prevalentemente mediante reglas de corrección y cortesia, más que por verdaderas normas jurídicas. Esta mayor dignidad personal es idónea para facilitarle la tarea de árbitro supremo de las más elevadas funciones estatales, y se da de manera natural y espontánea en las Monarquías.»
Una cool story bro que se desmonta por sí misma, sin necesidad de comentarios.
«Salvo en el modo de reclutamiento, [el Jefe de Estado de la monarquía parlamentaria] se diferencia muy poco del Jefe del Estado en las Repúblicas parlamentarias, sobre el que ofrece la enorme ventaja de situar a la cúspide del Estado fuera de la lucha de los Partidos y de las decisiones políticas.»
Nuevamente, si lo que se desea es que haya una cúspide del Estado que no dependa de las elecciones democráticas, ello no puede implicar que quien ocupe esa Jefatura de Estado no pueda ser expulsado de ella ni aun cuando desempeñe mal sus funciones o se corrompa más allá de ellas. Que el Jefe de Estado no pueda ser expulsado del cargo por vía de elecciones democráticas no puede terminar degenerando de algún modo en, o justificando, un privilegio de continuidad sobre el cargo por el que ficticiamente se deba esperar que el desempeño de funciones por la persona en el cargo sea siempre el más idóneo que podría ser ofrecido, sin que haya existido siquiera un proceso de concurrencia y examen de candidatos que avale tal presunción.
El principio de continuidad y no elegibilidad democrática no puede justificar que la responsabilidad de una Jefatura de Estado sea desempeñada por un inepto o un corrupto. Y si un privilegio o prerrogativa de refrendo permite reducir al mínimo o a cero la cualificación del Jefe de Estado (refrendo a través del cual el Jefe de Estado queda contaminado de la ideología del gobierno refrendante), entonces el sueldo del Jefe de Estado también debería costarles a los trabajadores del país un mínimo o nada.
No puede ser el privilegio vitalicio el que convierta a alguien en cualificado e idóneo; son la cualificación y la idoneidad los que deben hacer a una persona ganarse el mérito de un cargo vitalicio. Siempre renta más otorgar un cargo vitalicio a alguien más cualificado que a alguien menos cualificado.
Alguien no presta un buen servicio por haber sido elegido para un cargo o por haber recibido un buen sueldo; es elegido para un cargo o recibe un buen sueldo por prestar un buen servicio. Es y debe ser el desempeño cualificado e idóneo la vía justificativa hacia el cargo, el sueldo y el privilegio, no puede ser al contrario.
Los jueces son a quienes más neutralidad se les puede exigir, y a ellos ningún privilegio vitalicio les exime de la necesidad de superar unos exámenes de oposición.
«¿Ofrece algún inconveniente en relación con [la fórmula de organización territorial del Estado] el hecho de que la Jefatura del Estado esté organizada en forma monárquica? Por su caracter histórico, por su capacidad de incorporación de representaciones colectivas y por el carácter público per se de sus titulares, la Institución Monárquica solo ofrece ventajas en este campo.» (página 2201)
Otra cool story bro que se desmonta por sí sola.
Seguramente que el rey pueda robar y enriquecerse ilícitamente de forma inviolable no necesita tener ningún impacto en cómo se formule la organización territorial del Estado, ni en otras cuestiones.
La "experiencia histórica" de la monarquía es la de saber blindarse de prerrogativas y privilegios para robar al pueblo; los colectivos no se incorporarán si son partidarios de la república; el jefe de Estado de una república también tiene un carácter público, mucho más público y representativo porque es elegido democráticamente.
«Un monarca hereditario puede ser, por el contrario, un mejor y más neutro cumplidor de la voluntad de las Cámaras que un presidente de la República, cuyo mandato y legitimidad podrían emanar, bien de una cámara anterior, que funcionaría, en un momento determinado, con una mayoría distinta, bien de una mayoría diferente a la que en cada momento existe en una Cámara.» (página 2202)
¿Por qué mecanismo el hecho de que el monarca haya accedido al cargo por el privilegio de la herencia garantiza su idónea capacidad, o la superioridad de sus genes?
Y si no es el privilegio de acceso hereditario a la Jefatura de Estado lo que hace superiores los genes y la capacidad de la persona que accede, sino que, por el contrario, es la superioridad de los genes y de la capacidad de la persona la que determina que ella acceda hereditariamente a la Jefatura de Estado, ¿por qué mecanismo, por qué examen de concurso u oposición, por qué análisis médico se ha podido determinar con carácter previo que esa persona tenía genes y capacidad superiores?
¿No debería accederse a la jefatura de Estado, como a cualquier otro cargo, por la vía de demostrarse el mérito, la capacidad y la idoneidad frente a otras candidaturas, no por la vía hereditaria?
Y si la monarquía parlamentaria moderna se puede permitir ser hereditaria porque no tiene funciones, ¿por qué no nos ahorramos entonces el gasto en ella?
Alzaga Villamil, de UCD, partidario de la monarquía, página 2205: «Como afirmaba Spaak, la monarquía constitucional es el régimen que conviene a la democracia, en la que siempre hay algo de débil y peligroso. «Un rey -concluye Spaak- en la cúspide estabiliza el poder» ... El rey no está entre los poderes políticos, sino sobre los poderes políticos... Ello le permite una imparcialidad en virtud de la cual la nave del Estado está en manos de pilotos que son políticos, que marcan el rumbo, sin que la corona intervenga en la sustitución de esos pilotos o en el rumbo que en cada momento le dan, y hay una nota de continuidad desde el momento en que, como se afirma en el viejo aforismo, el rey nace y no se hace.»
La imparcialidad no necesita el privilegio de la continuidad y de lo vitalicio y hereditario del cargo, sino que es al contrario: es el privilegio de la continuidad y de lo vitalicio y hereditario del cargo el que necesita que haya una imparcialidad, a la que no garantiza. Ningún privilegio de continuidad en el cargo hace imparcial y justo al que es injusto, ni honrado al que es corrupto, ni cualificado al que es incualificado.
El privilegio vitalicio no exime a los jueces de la cualificación ni de la necesidad de concurrir a unos exámenes de oposición.
Comentarios
#4 Si el rey tiene funciones representativas, y es el mejor para desempeñarlas, que se presente a unas elecciones republicanas para el cargo, que saldrá elegido en ellas, si no surge otro candidato aún más cualificado para esas funciones representativas. Es ley de libre mercado.
Si el rey no puede fallar porque su trabajo, sus funciones representativas, son muy fáciles, entonces que se le pague muy poco sueldo (no 8 millones de euros al año, más los otros 90 millones por otros conceptos y vías escondidos)
#5 ¿Por qué te empeñas en soltarme el mitin republicano una y otra vez?
#7 quizás porque has entrado en su artículo a favor de la república a llevarle la contraria, no hay que pensar mucho.
#8 A corregir un párrafo, no su tesis.
Pagar entre todos a una familia una vida de lujos y excesos simplemente por haber nacido con un determinado apellido, no por su valía, y sin requerirle ningún tipo de esfuerzo ni sacrificio a cambio, al contrario, se les otorga carta blanca para hacer cosas que el resto tenemos prohibidas.
Un pensamiento que extrañamente, y contra todo sentido crítico, ha llegado hasta nuestros días de la mano de los conservadores medievales:
#12 El que se va por las ramas dando mítines eres tú. Eso de las funciones consistentes en actividades oficiales es un mitin que tú te has montado.
Te lo voy a tener que decir aquí. Mi artículo no niega que un jefe de Estado pueda tener funciones y actividades oficiales; mi artículo justifica que cualesquiera que sean las funciones y actividades oficiales que tenga un jefe de Estado, la persona que desempeñe esas funciones y actividades de la jefatura de Estado debe ser la más cualificada para el cargo, bien así determinado por unas elecciones democráticas que escojan al candidato más apto, o bien así determinado por un tribunal cualificado de exámenes de concurso u oposición que escoja al candidato más apto, pero no por la vía de heredarse el cargo.
Heredarse el cargo no garantiza en modo alguno que la persona que ocupe y desempeñe ese cargo sea la más idónea de cuantas podrían hacerlo.
#18 Es fácil, muy fácil, que haya al menos un 33'3334% de la población que piense como tú, posibilitando que la constitución siga siendo monárquica.
Por eso la monarquía debería ser votada por una mayoría cualificada muy alta, no muy baja.
Es mi único punto de coincidencia con el franquismo: que el régimen, ciertamente, lo dejó todo atado, y muy bien atado.
#19 Si lo que me da miedo es que se cambie la Constitución, pese a sus defectos. No veo a los políticos actuales capaces de ponerse de acuerdo para escribir un texto tan importante. Mucho suerte hace falta para montar una cortes constituyentes y que lo que salga de ahí sea votado por dos tercios de la población.
Para mi es un problema mayor el que no se respete lo que pone ahí, que no haya separación alguna de poderes o la partitocracia.
#12 ¿Consideras una actividad igual a una función?
Eso es una función de circo, nada que ver con una función real para el bienestar del estado.
Es como decir que un programador se ha ganado su sueldo porque se ha levantado a tomar un café. El desarrollo de una actividad lúdica no es la función para la que un puesto de gran responsabilidad exista.
La mejor defensa de la monarquía se la he escuchado a un anarquista. Su tesis se basa en limitar el poder al máximo de cualquier represente político, incluyendo al jefe del Estado.
La elección de el presidente de la república hace que sus acciones se vean como legítimas por el pueblo (ya que para eso lo ha votado). Además, el carácter temporal de presidente de la república hace que no le importe lo que ocurra más allá de su mandato. Sin embargo, el monarca no tiene esa legitimación del pueblo, ya que está constantemente en oposición a ella. Además debe de tener cuidado con lo que hace porque su puesto pende de un hilo y puede verse forzado al exilio (como bien ya sabemos). Por otro lado, históricamente la república tiende a ser más inestable que la monarquía.
Lo que hay que hace es quitar de forma inmediata la inviolabilidad del rey y juzgarle como a otro ciudadano más.
#6 Si eso mismo, pero el debate monarquía/república me parece bastante absurdo, solo es la guinda del pastel, del pastel de mierda.
Mucho más grave me parece que estemos en un sistema donde el poder se lo reparten los secretarios generales de cada partido, sin ningún control, más allá de elegir cada 4 años cual queires a cambio de una promesas vagas, no vinculantes ni obligatorias siquiera.
Vamos, que la monarquía es caca, pero nuestra partitocracia, que tiene la caradura de denominarse democracia es bastante peor, hecha a medida para que no se pueda cambiar legalmente, y es la causa directa de todos los males de este pais.
#2 No basta con cambiar a una república manteniendo el resto del sistema actual, hay que abrir un proceso constituyente abierto a la ciudadanía y eso no lo va a hacer ningún partido ni de coña, porque ni pueden ni quieren.
#6 La monarquía consiste en que la jefatura de Estado sea tan "continua", que en ella no solamente sea vitalicio el jefe de Estado, sino que se perpetúe todo el linaje familiar del jefe de Estado.
Vale, pero si lo que se va a querer es que haya un linaje familiar ocupando para siempre una jefatura de Estado, entonces habrá que determinar cuál es el linaje familiar más apto e idóneo para ocupar perpetuamente esa jefatura de Estado.
Por tanto será necesario que existan bien unas elecciones democráticas por las que la mayoría del pueblo escoja qué linaje familiar le parece más apto e idóneo para la jefatura de Estado, o bien que exista algún tipo de análisis médico para determinar qué linaje familiar posee la superioridad genética que debería ocupar la jefatura de Estado.
Por una parte está claro que los Borbón no son un ejemplo de superioridad genética ni moral ni intelectual, pero en realidad el punto más importante es otro: que con independencia de la aptitud o ineptitud de los Borbón, no han existido ni unas elecciones democráticas que eligiesen a los Borbón frente a otros linajes familiares (lo de la Constitución de 1978 fue solo un paripé que acumuló todos los posibles errores y defectos que una práctica jurídica y política mínimamente sana y cualificada debe evitar), ni un análisis médico que determinase la superioridad de los Borbón frente a otros linajes familiares.
Ahora bien, después de lo teórico, pongamos también un poco los pies en el suelo: que un linaje familiar se pueda perpetuar en un cargo público es una completa aberración. Porque aunque un padre sea muy cualificado, su hijo no tiene por qué serlo porque puede salirle retrasado mental. De hecho en cargos públicos de alta cualificación como jueces, médicos, profesores, etc... no vale que tu padre fuese también juez, médico o profesor. Está más que asumido que la consanguinidad, los antecedentes familiares, no valen como criterio de cualificación y aptitud. El privilegio de la herencia relativo al cargo público es pura y simplemente corrupción institucionalizada, creada por las monarquías antiguas.
Y si el trabajo de monarca es tan fácil que hasta un linaje familiar de retrasados mentales como los Borbón puede desempeñarlo, entonces que se les pague muy poco sueldo.
Si hay que pagarles mucho sueldo porque tienen mucha responsabilidad, entonces esa alta responsabilidad requiere que el puesto de Jefe de Estado sea ocupado y desempeñado por el candidato más cualificado, no por vía de la herencia.
#16 Corrijo ampliando el último párrafo:
Si hay que pagarles mucho sueldo porque tienen mucha responsabilidad, entonces esa alta responsabilidad requiere que el puesto de Jefe de Estado sea ocupado y desempeñado por el candidato más cualificado, no por vía de la herencia; y si se quiere que haya herencia del cargo, entonces esa alta responsabilidad requerirá que la jefatura de Estado sea ocupada por el linaje familiar más cualificado.
¿Dónde han estado las elecciones democráticas o los análisis médicos para elegir a los Borbón frente a otros linajes familiares?
Si la cualificación y la idoneidad no se transmiten por vía consanguínea, entonces los cargos públicos tampoco deben transmitirse por esa vía.
#17 Es que el jefe del Estado, en este caso, no debe tener poder alguno. Deber ser un símbolo que no se relacione con ningún partido político.
Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices. La monarquía no tiene cabida moralmente. Sin embargo, el debate monarquía/república está muy segado porque no se tiene en cuenta el tipo de república que se debe tener. Si los políticos no han sido capaces de ponerse de acuerdo para gestionar la pandemia, no van a ser capaces de modificar el sistema de jefatura del Estado. Además, todo cambio no implica una mejoría y me temo que, en este caso, se iría a peor, a más políticos. Como decía mi abuela, "virgencita, que me quede como estoy".
#16 Como se aprecia que eres un tío inteligente y honrado, léete mi propuesta final de #22 como mejora del sistema de designación electoral republicano de presidentes. La designación electoral "forzada" de candidatos a presidente de la República, buscando evitar la típica "personalidad de trepa" habitualmente asociada a los competidores voluntarios en un sistema así.
Todos conocemos ejemplos de personalidades que pensamos, "Qué buen presidente sería este tipo/a, aunque él ni se le ocurriría presentarse a un puesto así" (y no, en mi caso no me refiero al endófobo y afrancesado Pérez Reverte, populacho inculto)
No creo que haga falta tanto debate para tener claro que sistema es mejor. Claro, que la premisa que considero es que deseamos un marco democrático de convivencia con gobierno representativo. Partiendo de esta premisa "gobierno democratico representativo" la respuesta es REPUBLICA. Por la sencillla razón que no existe otra.
Para el que no cree en la democracia o cree en sistemas democráticos más avanzados que el representativo, como el gobierno directo ya el debate es diferente. Pero primero, la mayoría del pueblo quiere democracia. Y para una democracia no representativa no parece existir aún interés ciudadano suficiente.
Y no. Por muy bien que funcione Gran Bretaña con su reina, una monarquía no puede ser democrática.
Argumentación muy floja por ambas partes.
La monarquía se basa en la tesis de que el mejor gobernante no tiene por qué ser el mejor "trepa" que gane unas elecciones. Porque la capacitación para ganar elecciones (de la cual se habla en el texto como capacitación en general, porque se le supone una lógica correspondencia entre ambas, el que es más listo que los competidores para ganar elecciones con debates y discrusos, también lo será en principio para gobernar) no significa que se sea moralmente el más recto. De hecho es difícil encontrar en la cumbre de estructuras jerárquicas a gente que sea moralmente recta, muy difícil. Ese es el principal argumento de los monárquicos de corazón, sin que ellos mismos lo sepan (no de los paniaguados del sistema monárquico)
En ese sentido es un pensamiento que está muy relacionada con el sorteo.
El problema es que cuando contra toda probabilidad, durante 300 años los gobernantes elegidos así han salido malos, desde el punto de vista tanto de capacidad como moral, va a ser que la educación que han recibido no ha sido neutra, porque tanta mala suerte moral no es posible estadísticamente.
Entonces entre el método racional meritocrático del mérito electoral (típico método masón) , independiente de su moral real, y el método de sorteo que siempre toca a "maleducados" de una familia real, y no entre personas con una educación normal, pues al final resultará mejor el método racional.
Habría que ver si una elección por sorteo puro funcionaría mejor o peor que una elección por elección (perdón por la redundancia) entre los trepas más capacitados, en las cuestiones que atañan a la moral de los dirigentes.
Que la monarquía funciona mal está demostrado.
Que una elección por sorteo puro de un rey (aunque no fuera el más listo) funcionara mejor en aquellas tareas de tipo moral, no está demostrado ni a favor, ni en contra, ya que no se ha probado nunca que yo sepa, aunque algunos argumentos en contra sí que hay, por ejemplo el que decía de que uno que gane en un entorno tan competitivo con seguridad tendrá muchos cadáveres (al menos políticos) a sus espaladas.
Como mejora notable del sistema electoral de presidentes de la República, donde solo se presentan aquellos con mentalidades más trepas, propongo que pueda ser elegido como presidente un candidato que aunque no quiera serlo, haya sido designado como el ideal por un número determinado de ciudadanos firmantes, si luego gana las elecciones.
Una especie de "mili obligatoria" en la que te toca ser el presidente de la República porque lo quiere el pueblo del país al que perteneces.
tl;dr;
Y si la monarquía parlamentaria moderna se puede permitir ser hereditaria porque no tiene funciones, ¿por qué no nos ahorramos entonces el gasto en ella?
Simplemente comentar que si no tuviese funciones, esta página devolvería 0 resultados, y no 7401:
https://www.casareal.es/ES/Actividades/Paginas/actividades_listado.aspx
#1 Los actos del rey han de ser refrendados. La responsabilidad del rey se transmite por la vía del refrendo hacia quienes le refrendan sus actos.
Si el rey no tiene responsabilidad (pues la pierde por la vía del refrendo) entonces tampoco debería tener sueldo.
Por otro lado si el rey es tan trabajador y responsable, que se presente a unas elecciones republicanas, que saldrá elegido jefe de Estado, si no sale otro jefe de Estado mejor que él. Es ley de libre mercado.
#3 Yo te he replicado ese párrafo, no me sueltes un mitin. Funciones tiene, representativas principalmente.
Para lo demás, discutir por discutir es absurdo.
#1 ¿Y por qué el 99% de esas actividades parecen sacadas del itinerario de un viaje organizado (el 1% son leer discursos que tampoco escriben)?
¿Eso es trabajar por un país? ¿Eso mejora en algo nuestra vida como españoles, como cuando el preparao se niega a coger una triste escoba para ayudar?
La casa real, en caso de querer perpetuarse por las buenas, debería ser la primera en hacer una seria auditoría transparente y pública del origen y cuantía del fortunón campechano que va a heredar en "B" el preparao, así como hacer un ejercicio de autocrítica en cuanto al modelo monárquico de estado que nos implantó Franco a dedo, llegando incluso a proponer un referéndum a todos los españoles para ver si estamos de acuerdo en seguir pagando este tren de vida a toda esta familia para que encima cometan delitos de alta traición como llevarse comisiones milmillonarias del comercio nacional del petróleo.
#10 Repito lo dicho anteriormente, son actividades oficiales, es decir, tienen funciones.
Si alguien considera que no deberían ser esas, u otras, o ninguna, es un tema aparte de mi comentario. Simplemente he corregido un párrafo erroneo.
De verdad, los mítines y tesis a los comentarios de abajo.
Repito eliminado erratas, perdón (me gustaría eliminar mi mensaje anterior repetido, pero no puedo, si algún admin puede, que lo haga)
Argumentación muy floja por ambas partes.
La monarquía se basa en la tesis de que el mejor gobernante no tiene por qué ser el mejor "trepa" que gane unas elecciones.
Porque la capacitación para ganar elecciones (de la cual se habla en el texto como capacitación en general, porque se le supone una lógica correspondencia entre ambas, el que es más listo que los competidores para ganar elecciones con debates y discursos, también lo será en principio para gobernar, aunque no necesariamente) no significa que se sea moralmente el más recto, en las tareas de gobernante no relacionadas con su inteligencia, sino con su moral.
De hecho es difícil encontrar en la cumbre de estructuras jerárquicas a gente que sea moralmente recta, muy difícil. Ese es el principal argumento de los monárquicos de corazón (no de los paniaguados del sistema monárquico establecido o previsible), sin que muchos de ellos mismos ni siquiera sepan expresarlo intelectualmente.
En ese sentido es un pensamiento que está muy relacionado con el sistema de sorteo.
El problema es que cuando contra toda probabilidad, durante 300 años los gobernantes elegidos así han salido malos, tanto desde el punto de vista tanto de capacidad intelectual como moral, va a ser que la educación que han recibido no ha sido neutra, porque tanta mala suerte "moral" no es posible estadísticamente.
Entonces entre el método racional meritocrático del mérito electoral (típico método masón), independiente de su moral real, y el método de "sorteo" monárquico que siempre toca a "maleducados" de una familia real, y no entre personas con una educación normal, pues al final resultará mejor el método racional, que además tiene duración limitada en el tiempo.
Habría que ver si una designación por sorteo puro funcionaría mejor o peor que una designación electoral entre los trepas más capacitados para ella, en las cuestiones que atañan a la moral de los dirigentes.
Que la monarquía tradicional funciona mal está demostrado.
Que una designación por sorteo puro de un "rey" (aunque no fuera el más listo) funcionara mejor en aquellas tareas de tipo moral que una por mérito electoral, no está demostrado ni a favor, ni en contra, ya que no se ha probado nunca (que yo sepa, seguramente sí en alguna tribu remota o antigua) aunque algunos argumentos en contra de la designación electoral sí que hay, por ejemplo el que decía antes de que uno que gane en un entorno tan competitivo como ese, con seguridad tendrá muchos cadáveres políticos (al menos) a sus espaldas.
Como mejora notable del sistema electoral de presidentes de la República, donde solo se presentan aquellos con mentalidades más trepas (y quizás ya de moral desviada de inicio), propongo que pueda ser elegido como presidente de la República un candidato que aunque no quiera serlo, haya sido designado como el candidato ideal por un número determinado de ciudadanos firmantes (por decir algo, 20.000) , si luego gana las elecciones, claro.
Una especie de "mili obligatoria" en la que te toca ser el presidente de la República porque lo quiere el pueblo del país al que perteneces, aunque tú no quieras (porque no eres un trepa de espíritu)
Y si no te gusta esa obligación siempre puedes auto-desterrarte voluntariamente a otro país distinto, como algún rey.
#22 Apuesto de hecho (y llamadme conspiranoico) que 300 años de resultados estadísticamente tan malos en cuanto a la moral de los Borbones, tendrán mucho (todo) que ver como decía con su educación, con haber recibido una educación de tipo masón, es decir, sin darle suficiente valor al aspecto de la rectitud moral real de los hechos (no la discursiva), frente a otras capacidades tales como a la capacidad de intrigar o de mantenerse en el cargo a toda costa, pactando con quien mejor convenga para ello.
Como ejemplo de ello, tenemos al acordemente designado como el "Preparao", que no por casualidad no se llama "el Honrado", "el Recto", "el Justo", "el Decente", o incluso "el Católico", que alguno así ha habido antes.