Todos lo sabemos: Franco perdió la guerra civil, porque lo hemos desenterrado. A ningún ganador se le desentierra. A ningún ganador se le quita el nombre de una calle. Si hemos quitado el nombre de los suyos de las calles, hemos eliminado sus monumentos y hemos desenterrado al líder, es que perdió al guerra.
Así funciona la mentalidad de los cuatro anormales que gobiernan hoy el mundo, y lo malo es que no lo aplican sólo a la Historia, sino a hechos actuales.
Rusia ha peerdido la guerra porque aunque logre sus objetivos se ha ganado nuestra enemistad. Rusia es un paria. Rusia es un apestado, porque va a salir muy mal en las prçóximas series Queer, y todo el que huela a ruso va a oler a mierda, a cloaca, a alcantarilla reaccionaria en la que no hay besos lésbicos ni negros élficos. Y durante muchos años. Y no van a poder vivir con eso. No van a poder vivir con la derrota que nosotros le infligimos desde el Facebook, a fuerza de decir que son unos perdedores, que piensan como perdedores y viven como perdedores. No van a poder resistir nuestros tweets. No van a poder aguantar la oleada de desprecio gráfico que brotará de millones de cuentas de Instagram, justamente indignadas, legítimamente hostiles su mentalidad y sus actos.
Nosotros somos los influencers y ellos no tienen nada que hacer. Hemos dictado sentencia: ya perdieron. Da igual lo que hagan, porque ya perdieron desde hace tiempo y esa sentencia es irrevocable. ¿Cómo no va a perder un tío al que nosotros, que somos el mundo que cuenta, el que vale la pena, le hacemos el vacío y lo dejamos de invitar a nuestras fiestas? ¿Cómo no va a perder alguien que no puede estar en nuestro club? Fuera de nuestro ambiente sólo hay perdedores, gente fea, gente cutre, gente pobre y encorvada, material y moralmente, que piensa feo y huele mal.
A nadie le importa lo que suceda en el frente. En el frente sólo se suda, se llora, se sangra y se muere. Eso no tiene nada que ver con nosotros. Nosotros juzgamos el bien y el maol, no nos dedicamos a la amputación y la tirita. En el frente sólo pasan cosas feas que no cambian la sentencia ni la verdad.
Rusia ha perdido como Franco perdió. Ya verás como en 80 años desenterramos a Putin y se lo demostramos. Para que se joda.
Comentarios
Cuántas veces me acuerdo de Cebrián, con dos cojones, decir en una entrevista que para él la misión de la prensa era vertebrar la opinión de la sociedad. O sea, como somos todos gilipollas, y no sabemos formarnos una opinión, pues ya nos la dan los medios de comunicación masticadita.
#5 Una mezcla de gilipollas volubles y de "no me compliques la vida".
#6 Como decia alguien por aqui: unos PADEFOS (PAso DE FOllones).
Meneo. Otra vez mi enhorabuenaFeindesland
#8 Gracias
¡Qué buenas reflexiones,Feindesland! Acertadas, concisas y más que apropiadas para las circunstancias actuales.
Cada vez vivimos más en una burbuja, los anglosajones son tan etnocentristas que se creen que la vida sin ellos dirigiéndote "no es vida", es "dictadura", puestos bajos en el índice de la prestigiosa agencia de rating (que viene de rata) Devils & Good Washington's bitches y lo peor de todos es que nos lo creemos.
Nada, somos como los que estamos en una secta con el cerebro lavado con que ahí afuera solo hay mierda.... Un mapa que me encanta: la "comunidad internacional"
#10 Gracias.
Sí, parece que nos sobra ombligo que mirar.
Creo que estás mezclando dos planos distintos.
En cuestiones políticas, los actos simbólicos que hacen las autoridades cuentan mucho. Son acciones de fuerte contenido reivindicatorio de cara a los perdedores. No cambian los hechos y resultados de la historia, los perdedores siempre serán perdedores.
En cambio la negación de la realidad que hoy se vive en el plano "popular" es para echarse a temblar. Veo un infantilismo ante cualquier cosa que no sea de su agrado, que acabas preguntándote si alguna vez han tenido que afrontar una frustración. No quieren saber nada de lo que pueda socavar sus certezas preestablecidas y repiten un puñado de conceptos como si fueran la verdad absoluta, para que los proteja de todos los males habidos y por haber en el planeta Tierra. Creen en soluciones mágicas.
Y la diferencia entre uno y otro plano es que, a los primeros la realidad los alcanzó hace mucho tiempo.
A los segundos, la realidad acabará alcanzándolos. Quieran o no.
Todo aquel que ha entrado en combate, sabe que duele más recibir un tuit adverso, que una ráfaga de Kalasnikov. Eso es así un punto. Y si no, solo tengo que creerlo muy fuerte, y repetirlo muchas veces, para que se convierta en MI verdad.
Una cosa más. Franco no ganó la guerra (el que tenga ojos que vea) porque casi cien años después, seguimos en esa guerra entre nosotros. Y sí, yo también sigo en guerra y tú sigues en guerra. Y no me cabe la menor duda de que está cercano el día, en el que tengamos de nuevo la ocasión de despedazarnos y despellejarnos. Y respirar eufóricos el momento bendito en el que dejes de respirar o lo haga yo. Con los ojos desorbitados los dos. Y usaré mis uñas y mis dientes (como tú) para despojarte de tu vida, de tus hijos y de todo lo que poseas. La nuestra es una tierra fértil para sembrar odio y por Dios maldito que a mí, como a ti nos sale por los poros. Y entended los que seáis capaces de entenderlo, que lo que escribo es una gran alegoría, que no hay tú y yo, que es una representación pavorosa, de una España y de otra. ¡Queremos matarnos de nuevo! y yo, estoy de acuerdo.
Como decían los cazadores de mitos: rechazo tu realidad y la sustituyo por la mía.
Aquí no son todo palabritas.
Aquí hay euros contantes y sonantes que salen cada mes para una ucraniana sin fascismo ruso.
Déjate de banderitas en el perfil de Facebook y dona lo que puedas dentro de tus posibilidades.
Yo sólo sé que mi abuelito estuvo en las batallas más jodidas del Ebro. Sé que nació mi madre y no dejaron un permiso para ir a ver a su hija. También sé que a los nueve días de nacer mi madre, lo pegaron un tiro en el cuello y que se desangraba recostado en la tapia de un cementerio. Nueve horas estuvo allí, hasta que lo llevaron a un hospital de Teruel y le sacaron la metralla por la nuca. No murió, pero no había día que yo durmiendo en su casa, no gritara en sueños lleno de terrores y pesadillas de la puta guerra. Siempre tuvo los agujeros de entrada y salida de aquella maldita metralla en su cuello, tan grandes, que podías meter un dedo.