“Los gritos provenientes de las salas de cirugía no volvieron a escucharse. No hubo más suicidios de pacientes que, aterrorizados, se negaban a ser operados. Los enfermos dejaron de ser sujetados violentamente y de ser amarrados a las camillas operatorias. Nunca más se realizaron intervenciones quirúrgicas contra la voluntad del paciente. La segunda mitad del siglo XIX representó un cambio fundamental de una vasta y triste etapa ancestral de intervenciones quirúrgicas dolorosas. El sol del naciente siglo XX, gracias a la anestesia"