La mayoría de nosotros ha visto alguna vez una rana y, con suerte, ha observado en alguna charca a sus crías: diminutos renacuajos que nadan agitando sus largas colas. Si hemos seguido su desarrollo, habremos notado cómo, poco a poco, estos renacuajos experimentan una metamorfosis: primero aparecen pequeñas protuberancias que se convierten en patas, mientras su cola se acorta. Al completar este proceso, emerge una nueva rana sin cola, lista para crecer, reproducirse y generar más renacuajos. Aunque este es el ciclo reproductivo típico de muchos
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