La reciente entrega del Premio Nobel de Fisiología o Medicina a los tres investigadores norteamericanos Hall, Rosbash y Young por el "descubrimiento de los mecanismos moleculares que controlan el ritmo circadiano" ha hecho que este término -que proviene del latín "circa" (alrededor de) y "die" (día)- esté en boca de todos. Gracias a los descubrimientos que estos científicos hicieron en la mosca del vinagre, hoy sabemos que en las células hay un conjunto de proteínas cuya cantidad oscila en periodos de 24 horas. Estas oscilaciones se mantienen de forma autónoma, configurando así un reloj circadiano que nos permite anticiparnos y adaptar nuestra fisiología a los cambios que la rotación de nuestro planeta produce.
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