Es cierto que ella era y es todavía una mujer muy hermosa. Tenía un canal tan profundo a lo largo de la espalda que el sudor descendía hasta sus nalgas sin que se le mojara ni el vestido ni el cinturón. También ella era rara. No acabó nunca de aprender a ser amable ni siquiera consigo misma —lo más elemental de la vida—. Pero siempre fue como la esencia de un perfume caro que quema todo lo que toca. En realidad, como todas las mujeres juiciosas, tenía un coño extraordinariamente estúpido.
Paisaje pintado con té. Milorad Pavic.
Comentarios
¡Parad ya, por dios! La montaña de libros por leer se habría comido ya a mi mujer (si la tuviera), y amenaza con secuestrar a la chacha y pedir más horas de lectura de rescate...
Tengo porno suficiente para 3 vidas, películas y series para 5, y el libro de arena mira mi biblioteca y se siente como un simple panfletillo de feria sin apenas palabras. Tantas vidas y tan pocas ganas...
Recuerda vaga-mente a las descripciones de Chinasky.
#0 Me gusta y celebro esa técnica y libertad de vocabulario. Yo nunca me siento cómodo usando ciertas palabras, que ya sabes tú cuál es en este caso. Yo, que hablo de heroína y pus. ¿Irónico, no?