"¿Cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención? No puedo aguantar mucho tiempo ni en un teatro ni en un cine, apenas puedo leer un periódico, rara vez un libro moderno; no puedo comprender qué clase de placer y de alegría buscan los hombres en los hoteles y en los ferrocarriles totalmente llenos, en los cafés repletos de gente oyendo una música fastidiosa y pesada; en los bares y varietés de las elegantes ciudades lujosas, en las exposiciones universales, en las carreras, en las conferencias para los necesitados de ilustración, en los grandes lugares de deportes; no puedo entender ni compartir todos estos placeres, que a mí me serían desde luego asequibles y por los que tantos millares de personas se afanan y se agitan."
El lobo estepario.
Hermann Hesse
Comentarios
Me siento completamente identificado con ese párrafo de Hesse, aunque he de reconocer que no siempre ha sido así... quizás, la perspectiva del mundo que ofrece los años acumulados y las experiencias vividas (rayo el medio siglo de existencia) me ha convertido en un ser alienado de la sociedad que el hombre ha creado.
Y esta sensación, lejos de desaparecer aumenta con el paso del tiempo porque la madurez acentúa el sentido crítico si se ha tenido la desgracia de nacer bajo el signo zodiacal del inconformismo.
Me siento como un pasajero de autobús que rehuye las miradas y que se evade mirando por la ventanilla, como un turista para quien el goce no está en el viaje sino en el destino mismo.
Huele a persona depresiva en plena crisis.
Solo el contexto nos puede ayudar a discernir si estamos ante la exaltación del ego o ante su disolución. Quizá su disolución cuando es la estepa y no la jauría quien medra en los sueños del lobo estepario.