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LAS HERMANAS, un cuento de Leonora Carrington

Drusille —rezaba la carta: Drusille, pronto estaré contigo. Mi amor ya lo está; sus alas son más veloces que mi cuerpo. Cuando me encuentro lejos de ti, no soy más que un pájaro disecado; porque tú eres guardiana de mis órganos vitales, de mi corazón y mis pensamientos. Drusille, abrazo el viento del sur porque sopla hacia ti. Drusille, ¡vida mía! Tu voz es más conmovedora que el trueno; tus ojos, más arrolladores que el relámpago. Drusille, maravillosa Drusille, te amo, te amo, te amo, sentada en la lluvia, con tu rostro largo y feroz pegado
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Avestruz - Una gaviota se imagina un ave opuesta a ella

Abrí los ojos y vi a mamá tras el agujero que mi pequeño pico había hecho a través del cascarón. Ya había visto las sombras casi amorfas, y escuchado los apagados sonidos del mundo exterior desde que todo mi cuerpo estaba cubierto por la yema. ¿Habría fuera del huevo un mundo similar o sería por completo diferente? Ambas posibilidades me parecían igual de aterradoras, pero era un hecho que tenía que salir de ahí. Siendo sinceros, nunca estuve muy cómodo ahí dentro; no había nada que hacer, no había propósito, no había confort, decidí que al sal
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LA DEBUTANTE, Un cuento de Leonora Carrington

tan a menudo que conocía más a los animales que a las chicas de mi edad. Era porque quería huir del mundo, por lo que me hallaba a diario en el zoológico. El animal que mejor llegué a conocer fue una hiena joven. Ella me conocía a mí también. Era muy inteligente. Le enseñé a hablar francés y a cambio ella me enseñó su lenguaje. Así pasamos muchas horas agradables. Mi madre había organizado un baile en mi honor para el primero de mayo. ¡Lo qué sufrí durante noches enteras! Siempre he aborrecido los bailes; sobre todo los que se daban en mi hono
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Conejos Blancos Un Cuento De Leonora Carrington

Ha llegado el momento de contar los sucesos que comenzaron en el número 40 de la calle Pest. Parecía como si las casas, de color negro rojizo, hubiesen surgido misteriosamente del incendio de Londres. El edificio que había frente a mi ventana, con unas cuantas volutas de enredadera, tenía el aspecto negro y vacío de una morada azotada por la peste y lamida por las llamas y el humo. No era así como yo me había imaginado Nueva York. Hacía tanto calor que me dieron palpitaciones cuando me atreví a dar una vuelta por las calles; así que me estuve
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La caída del viajero

La caída del viajero

Le habían dicho al Viajero que visitara esa realidad compuesta de enormes caminos bordeados por un océano de riscos. Sin sol ni luna ni estrellas, el negro del cielo se mezclaba con la negrura del fondo de los acantilados por los cuales algunos seres se arrojaban. Muchos de ellos venían de ver al Sabio, y al dejarse caer tenían rostros tristes, impresionados, alegres o iracundos. El Sabio nunca repetía el mismo diálogo dos veces, había oído el Viajero, y cada uno de esos rostros que se despeñaban era un reflejo exacto de las palabras del Sabio,
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La utilidad como condena

Observa La Persistencia de la Memoria de Salvador Dalí: relojes blandos, vencidos por el calor, incapaces de cumplir su función. Nadie los necesita. Nadie los consulta. Han perdido su propósito. ¿Y si eso también nos ocurre a nosotros? El precio de no servir En algún lugar, no lejos de donde lees esto, alguien fue despedido de su trabajo. Algún anciano fue desterrado a una casa de retiro. Algún esposo o esposa fue abandonado porque perdió su salud. ¿Qué tienen en común todos estos casos? Estas personas ya no son útiles. Ya no producen. Ya n
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Virginia y otros zombis de Poe

…………Es difícil imaginar un tormento más sangrante para una psique azotada que la creencia en la reversibilidad de la muerte. Que esta no sea efectiva. Sin posibilidad entonces para la huida, el plástico romo es imposible de agarrar con las manos mojadas. Es el gato que no quiere ser capturado. El miedo sin la recompensa del descanso.

menéame