Los motores a reacción están diseñados para propulsar aviones por los cielos, pero su inmensa potencia y su calor abrasador también se han utilizado de forma inesperada en tierra. Desde la extinción de incendios petrolíferos hasta el derretimiento de gruesas capas de hielo y nieve, estas potentes máquinas han demostrado su valía mucho más allá de la aviación. Una de las aplicaciones más fascinantes de estos potentes motores es la extinción de incendios, concretamente en pozos petrolíferos.
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