Chris Espinosa no fue un adolescente común y corriente; mientras otros estaban preocupados por los exámenes de matemáticas, él ya era empleado de Apple a los 14 años. Fue el octavo en subirse al barco y lo hizo nada menos que en el garaje de Steve Jobs. El primer encuentro con el magnate se dio en la famosa tienda Byte Shop de Paul Terrell, el primer minorista en vender el mítico Apple I, una máquina que permitía alternar programas usando hexadecimal en lugar de binario. Como dijo en el 2000: “Quedé enamorado”.
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