Pero el problema de la vivienda va mucho más allá. Las personas mayores enfrentan dificultades para alquilar, incluso si tienen medios económicos. Casos como el de un hombre de 88 años en Tokio, que, con más de 100 millones de yenes en ahorros tras planear vender su piso, experimentó múltiples rechazos por no poder proporcionar un contacto de emergencia menor de 70 años, un requisito común entre los propietarios. Un 66% de los propietarios expresó su reticencia a aceptar inquilinos mayores por el riesgo de muerte del inquilino en soledad.
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