Parece que no fue el único retrato que le dedicó Anquetin, sino que existe otro de ella, esta vez sin trombón. Con un ademán entre robusto, juguetón y sensual, el pintor francés optó en esta ocasión para mostrarla con un escote imposible y una cintura más estrecha todavía, pero con la misma sonrisa contagiosa que la caracterizaba.
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