Costa-Gavras lleva más de seis décadas resistiéndose a los finales felices. Lo ha hecho en su cine, una brillante escuela de estoicismo y melancolía: “Todas las historias acaban mal”, concede el cineasta griego, “porque incluso nuestros éxitos más rotundos acabarán siendo derrotados por el tiempo, que es un enemigo formidable. El happy end del cine estadounidense, además de una convención narrativa, es una gran mentira que nos infantiliza y pretende aportarnos un falso consuelo. Yo me he resistido a esa lógica empobrecedora en mis películas.
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Cada época tiene su Anticristo y su bufón.
No todo es Trump como reflejo, con un poco de apoyo, mucho apoyo, y suerte te sale un Trump y de ahí te marca tendencia.
Si Trump es producto de una sociedad gobernada por RRSS gobernadas por el capital, sí, es un producto de nuestra época, pero la personalidad de la época ya estaba marcada para que salgan personajes de ese tipo, que hay varios y hubieran salido igual sin la existencia de Trump.