En tiempos donde lo digital lo ocupa todo —desde el trabajo hasta el ocio, pasando por la vida familiar y social—, desconectar se ha convertido en un lujo. Y no porque no sepamos cómo hacerlo, sino porque, aunque queramos, seguimos llevándonos el móvil a todas partes. A la playa, al restaurante, al monte… incluso a la cama. Pero ¿y si el truco estuviera en volver a lo básico? En olvidarse por un momento de las apps, los correos, las notificaciones y los chats. Usar un “teléfono de vacaciones”.
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