Una de las características que siempre alabamos del Metropolitan Museum of Art de Nueva York es su magnífica iluminación, perfecta cuando se trata de iluminar las piezas con luz artificial, y sobre todo, por el buen uso de la luz natural en sus espacios, que a menudo nos hace olvidar que nos encontramos en el interior de un edificio, y provoca que el tiempo transcurra en su interior a otro ritmo. Tal vez precisamente por eso hemos decidido dedicar estas líneas a una visita diferente, casi furtiva, bajo el manto de la noche.