Me ha sorprendido lo bien que se ha recibido mi último artículo sobre la receptación, y muchos me habéis preguntado cómo se ha desarrollado la declaración durante la fase de instrucción. Además de esto, me he encontrado con un tipo especial de estafa que nunca había visto y que me parece francamente ingeniosa sumada a un posible delito de receptación, así que vengo a contárosla, pero no para que la hagáis, cabroncetes, sino para que estéis prevenidos.
Este caso en particular también me ha dado motivos para hacer una reflexión de carácter personal, pero es ya una paja mental que irá en otro sitio. Vamos al turrón. Voy a cambiar, eso sí, nombres y algunos detalles para no perjudicar al sumario.
Inicio de la estafa:
Mi cliente, que llamaremos Roberto, decidió vender un collar de oro y diamantes por internet. Era una herencia de su madre y estaba valorado en unos cuantos miles de euros. No teniendo hijas ni mujer que lo llevasen, quiso venderlo a un precio rebajado para no tener algo de tanto valor en casa y sacarse aun así una buena cantidad de pasta.
Puso entonces un anuncio en una página de venta de segunda mano. Y al poco tiempo lo contacta una persona por whatsapp que se hace llamar, digamos, Paco. Paco se muestra atento y solícito. Paco vive en la otra punta del país, y como sabe que da miedo enviar por paquetería algo de tanto valor, como buena fe le propone un sistema:
Hay una empresa de mensajería que permite el envío diferido. El vendedor deposita el objeto en esa empresa con la instrucción de enviarlo sólo cuando él se lo diga. Luego le confirma al comprador que ha depositado el objeto, dándole el número de teléfono de la sucursal donde ha dejado el paquete, para que el propio comprador llame y le confirmen que efectivamente un tal Roberto ha dejado un paquete a su nombre, y en ese momento el comprador efectúa el pago y el vendedor desbloquea el envío.
Paco le dice a Roberto que ha usado este sistema más veces porque es más seguro para todos. Que no es que no se fíe de Roberto, pero prefiere ser cauto. Y eso convence a Roberto: Paco no puede engañarle, porque le está proponiendo un método más seguro que él desconocía. Paco le dice, además, que irá a recoger el paquete cuando llegue a su ciudad su mujer, de la que da nombre y apellidos y que llamaremos, digamos, Lucía.
Así que Roberto deposita el collar en la sucursal de esa empresa de mensajería más cercana, y se lo dice a Paco. Pero Paco dice: "Mira, no es por desconfianza, pero son muchos miles y la verdad no te conozco como para saber si me has dado un número real o están compinchados contigo. ¿Por qué no me pasas la foto del albarán del depósito, para ver que realmente lo has dejado?".
Roberto piensa que Paco es muy paranoico, pero eso, paradójicamente, le da más confianza. Alguien tan receloso de que le estafen debe ser un tipo honesto.
Así que le pasa la foto del albarán de depósito a Paco.
Y aquí empieza la magia. Porque en el albarán, oh sorpresa, están los datos de Roberto. Y está también el número de referencia del envío. Así que Paco se hace pasar por Roberto y dice que liberen el envío. A fin de cuentas, les ha dado el nombre completo y la referencia del albarán; sin duda ha sido Roberto el que ha llamado.
Dos días después llega el paquete a su destino. Según los empleados de esa sucursal, ya a las ocho de la mañana una chica estaba esperando a que abriese, visiblemente nerviosa, identificándose como Lucía, dando nombre y fotocopia DNI y llevándose el paquete.
Estos fueron los datos que me llegaron hace unos meses. Y aquí empieza el trabajo de abogado a la vieja usanza.
Trabajo de abogado
El cliente había contactado conmigo demasiado tarde: no daba tiempo a librar oficio para acceder a la grabación de las cámaras, en tanto que sólo se guardan por unos días. Esa vía descartada, pero no era preocupante: Lucía había dado su nombre y una fotocopia de su DNI, así que la identificación era clara.
Con los datos que tenía, Lucía era, en teoría, la mujer de "Paco". Pero eso no me sonaba bien: un tipo con un sistema tan elaborado no podía ser tan torpe de enviar a alguien tan relacionado con él.
Así que en mi escrito solicité la investigación (antigua imputación) de Paco por estafa, del que dudo que fuese su nombre real y sólo tenía un número de teléfono, y de Lucía, más localizable, en calidad de cómplice de estafa o autora de delito de receptación. No es el caso más típico, pero si repasáis mi anterior artículo veréis que cuadra en el tipo penal.
Solicito también que se practiquen una serie de pruebas: la detención y declaración de Lucía en calidad de investigada y la averiguación de la titularidad del número de teléfono de Paco. En ese momento tengo claro que Lucía ha sido una tonta útil, que probablemente conozca a "Paco" y lo que quiero es presionar a ese pez chiquito para ir a por el pez grande. Argumento también un escrito potente para que los juzgados de aquí se declaren competentes: el problema con estas estafas a distancia es que no hay un criterio demasiado unificado sobre la competencia territorial. Lo consigo, así que minipunto para mí: empezamos bien.
Y así llegamos a este miércoles. Señalado para las nueve de la mañana, se tiene que posponer hasta casi la hora de comer. La chica declara por webcam desde el juzgado de su localidad mediante el sistema MINERVA, que da problemas. Además, solicita en el acto abogado de oficio, y hay que esperar a que llegue y que se entreviste primero privadamente con ella para enterarse del caso.
Resulta que conozco bien a dicho abogado cuando llega. Trabajé para él cuando era un pasante, en uno de mis primeros trabajos; de hecho pensaba que ya estaría jubilado. Recuerdo acompañarlo como ayudante a casos de estafa parecidos a este, y haber aprendido mucho de él. Así que esto le da un poco más de morbo al asunto: quiero demostrarle a mi anterior mentor lo mucho que me he curtido, y quiero ganarle en una competición maestro-alumno.
Ah, pero cuarenta años de ejercicio profesional dan para tener los huevos muy pelaos. La asesora con brillantez. Me doy cuenta nada más empezar la declaración: ha hecho los deberes con ella. Ante una defensa perfecta, el mejor ataque se queda en nada. Yo tengo la carga de la prueba.
Veréis, en estos casos estamos juez, abogado de la acusación (si quiere ir), abogado de la defensa y, también si quiere, el fiscal, que esta vez no pudo o no quiso.
Primero pregunta el juez, luego yo, luego su abogado. Mi estrategia es un ataque por dos vías:
En primer lugar, quiero que persista su imputación y que sólo dependa de mí retirarla. Para ello, repasad el otro artículo, quiero que me diga de alguna forma que sí que le pareció sospechoso todo el asunto. La segunda vía es la que me interesa: quiero que me identifique o me ayude a identificar a "Paco". Y por eso quiero cargar sobre ella: para luego hacer un trato con su abogado y fiscalía y retirarme de su acusación a cambio de su colaboración oficiosa.
Y... no cuela. Mis preguntas sutiles ya han sido previstas por mi antiguo mentor. Consigo, no obstante, sacarle un dato muy relevante que me pone en la pista y que no diré ahora. Pero su declaración es la siguiente:
Un tal Paco puso un anuncio de que necesitaba un mensajero. Pagaría setenta euros. El mensajero debía ir a una oficina de correos, identificarse, recoger el paquete y luego quedar en un parque con una persona para hacer el intercambio. Ella, joven y en paro, necesitaba ese dinero y lo aceptó. Así lo hizo y así fue: le dio el paquete a una persona pero ni siquiera ella sabe si dicha persona era el tal Paco. Sospecha que no. Y obviamente no es la mujer de Paco. Aporta certificado negativo civil y dice literalmente "que yo soy bollera, que tengo novia, joé". Aporta pruebas al respecto: el anuncio de Paco buscando mensajero, su respuesta y las condiciones. Estoy pillado.
De esta forma, sea real o mentira, justifica que no sabe nada de Paco. Adiós a mi presión. Y dentro de lo sospechoso del asunto, es de lo menos sospechoso que uno puede hacer y lo explica de forma bastante rutinaria. Al fin y al cabo, es mensajera autónoma y suele hacer estas cosas.
La creo, en cierto sentido. Es decir: no me creo que no sospechase nada, no me creo que algo con tanto secretismo sea algo rutinario, no me creo que sea tan tonta. Pero me creo que no es cómplice, que no conoce a Paco y que no se esperaba esto. Creo que la ha cagado bien por mirar hacia otro lado, pero no me parece una mala persona. Y me sorprende mucho ver que alguien nacido en los 2000 ya es adulto, pero eso es otra historia.
Admirad ahora a Paco. Paco se está saliendo de rositas. Consiguió enviar a otra persona en la única parte de la estafa en la que tendría que operar de forma física. De hecho, creo que incluso la persona a la que Lucía dio el paquete era otro mensajero. Una cadena, y a cada eslabón la identificación se tuerce más. Como abogado no puedo sino admirar el trazo del pincel en la estafa. Enormemente simple, una vez la descubres, y por eso es tan buena.
Cómo Paco se lo presentó a Roberto revela una estrategia inteligente y podría dar nombre a un sesgo. Presentándose como un tipo que desconfiaba de la honestidad del otro, provocó que el otro no desconfiase de su honestidad. Cambió los roles, y Roberto, sin darse cuenta, se encontró intentando demostrar que él era honrado. Es una estrategia de ligue que siguen algunos hombres: pasar de ser "conquistador" a "conquistado" y haciendo que su objetivo romántico se "pruebe" a sí misma y busque su aprobación, dando una vuelta a la relación de selección y dominación selectiva. Brillante.
Su capacidad llegó a tal que fingió eskribir cn fltas de hortografia cn Roverto. Otro sesgo: presuponemos que alguien que escribe mal es más tonto o menos culto, y eso nos hace, curiosamente, confiar más en un sentido moral sobre su honradez. Los grandes malos de las pelis son siempre sofisticados; uno no se imagina al doctor No escribiendo "haz caido n la trampa Yeims Vond".
Así que aquí os lo dejo. Un caso más, aunque particularmente divertido. Queda aún mucho por hacer. Espero localizar (y que consigan detener) al tal Paco. Ahí empezará lo bonito.
Me encanta mi trabajo.