La narrativa de varias empresas de IA es clara: el profesor humano es un cuello de botella. Cada uno de ellos atiende a muchos estudiantes, sus conocimientos son limitados y su disponibilidad finita. La IA, aseguran esas empresas, plantea una alternativa notable. Profesores personalizados 24/7 con paciencia infinita y acceso a todo el conocimiento del mundo. Hay un problema claro: ese mensaje devalúa la función del docente como guía, mentor y catalizador de la curiosidad y lo reduce a un mero transmisor de información.
|
etiquetas: tecnologia , ia , educacion , profesorado , sociedad