Echando la vista atrás, Bilic y el tenista han recordado los últimos años de Yugoslavia, que fueron especialmente duros económicamente y, en los 90, cuando él era niño, una catástrofe por las guerras. Djokovic habla sin dramatismo, pero en crudo. No se corta: «Hubo días en los que comíamos solo pan y azúcar, o pan y leche, y eso era todo». Aun así, a pesar de las privaciones, su familia se mantuvo unida y comprometida con su sueño: «Mis padres trabajaban 18 horas al día para que yo pudiera jugar al tenis». Durante el bombardeo de la OTAN en 19
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