Nadie tiene claro cómo se van a ajustar los programas a esta ley, y eso ha hecho saltar todas las alarmas: los planes de estudio podrían dar un giro que deje a millones de estudiantes con la planificación patas arriba. Para los que están en la recta final, el reto es aún mayor, porque tienen que cuadrar todo esto mientras intentan terminar a tiempo, con el futuro académico dependiendo de un hilo y sin respuestas firmes a la vista.
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