El inspector Del Valle recorría la vivienda con ojo clínico. Todo parecía en orden: los pisos relucientes, la cocina impecable, el aire impregnado de lavanda artificial. —¿Vive solo? —preguntó al anciano que lo acompañaba. —Desde hace años —respondió el hombre, con una sonrisa amable. Del Valle anotó detalles en su libreta. Supervisaba inspecciones sociales para el ministerio, y aquella era la última del día. En el salón, se detuvo frente a una e …