Las nuevas fórmulas para eternizar las pintadas se convierten en un riesgo de producir quemadas a sus usuarios. Bruno, 13 años, vecino de Castelldefels (Barcelona), ha pagado muy cara su desmedida afición al graffiti. La voluntad de ver expresada permanentemente su firma en cristales y fachadas de mármol ha desembocado en importantes quemaduras en su pierna derecha. El niño se achicharró literalmente una de sus extremidades inferiores. Las quemaduras de segundo y tercer grado que le provocó el estallido del ácido comprimido en su taker.
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