Los medicamentos que acaban vertidos en el mar terminan por alterar el comportamiento de los animales que viven en él, según ha probado un nuevo estudio, que ha observado a camarones con comportamientos suicidas. Muchos de los componentes de los medicamentos ingeridos no son totalmente metabolizados por el cuerpo humano y, tras ser expulsados, acaban en el mar, lo que ha ocurrido con la fluoxitina, parte del medicamento antidepresivo Prozac.
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