Luis Moreno-Ocampo se lo había pedido muchas veces desde que se convirtió en fiscal jefe de la Corte Penal Internacional (CPI). Y el juez Baltasar Garzón siempre le había respondido que no, que no podía trabajar para él en La Haya porque estaba muy ocupado con sus casos en el juzgado número cinco de la Audiencia Nacional española. Ya no. La réplica del cuadro de Pablo Picasso que colgaba en su despacho en la Audiencia Nacional como recuerdo del bárbaro bombardeo de Gernika durante la Guerra Civil se mudo ahora a un cuarto mucho más pequeño.
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