El cardenal Richelieu era un gran amante de los animales, y en especial de los gatos. Muchos se reían de este amor desmedido que reflejaba, además de una sensibilidad hacia la gracia y la belleza, un cierto desencanto hacia la compañía del hombre. Tenía catorce de raza angora turco y cuyos nombres han llegado hasta nosotros.Richelieu les encomendaba una misión muy especial: proteger los tesoros de la biblioteca real contra los roedores.Era una tradición sumamente popular quemar gatos en la hoguera durante la noche de San Juan.
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