En el edificio en el que hacemos parte de este periódico hay una sala comedor con microondas que se atesta al mediodía. Su clientela, realizando una estadística con la sofisticada técnica a ojo,es en un 85% femenina. Son, dicho de manera paternalista, las chicas del tupper, una generación (varias, en realidad) que ya lleva un par de años aplicándose sus propias medidas restrictivas sin necesidad de zapaterazo.
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