Quiero sostener mis reflexiones cruzando dos ejes de análisis: la publicidad y la violencia machista. De entrada reconocemos que la publicidad es necesaria porque nos ofrece información de productos y servicios que de otra manera no sabríamos que existen. El problema está en que en demasiadas ocasiones no es inocua o descriptiva. Por otro lado, la solemos recibir de forma relajada, desprevenida, sin ojos críticos… Ello tiene consecuencias. Podríamos afirmar que “ver publicidad” tiene potencialmente “efectos secundarios”.
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