El 20 de septiembre de 1918 el subdirector del Museo del Prado advierte que una de las tres vitrinas que guarda el Tesoro del Delfín estaba abierta. La policía ordena la detención de todos los visitantes que estuviesen en ese momento en el museo y el cierre de todas las puertas. Sin embargo, no tarde en descubrirse que llevaban desapareciendo piezas desde hacía meses, asumiéndose que el robo había sido cometido desde dentro por alguien del museo con algún cómplice o varios encubridores.
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