El Gobierno de Javier Milei tiene dos años y diputados y senadores suficientes para avanzar con las reformas que completen el proceso de latinoamericanización de Argentina. Entre ellas, una reforma laboral que termine de desintegrar a los trabajadores, a sus sindicatos y cualquier tipo de organización social que pueda coordinar algún tipo de resistencia. Y, como ya dijo el presidente, destruir el Estado. Más precisamente, acabar con el sector público vinculado a la educación y a la salud, y subirle el volumen a los aparatos represivos.