La crisis no sólo se está llevando por delante derechos sociales, empleos y economías enteras. Además está provocando un desencanto democrático cuyas consecuencias están por ver. Aparte de la pésima valoración de la clase política, se extiende la resignación ante el callejón a que nos lleva el sistema bipartidista, que permitirá que el PP gobierne no porque lo merezca sino por lo rematadamente mal que lo ha hecho el PSOE.
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