"¿Usted usa reloj, verdad?", preguntó el fiscal. "Sí, mírelo", respondió ufano el comisario Matute, que tenía uno de buena calidad. "¿Y le gusta quitárselo para pegar a los detenidos?" Entonces, Matute se quedó callado. Aquel joven fiscal de 26 años, que había llegado a Tenerife en 1974 y que se llamaba Mariano Fernández Bermejo, iba en serio. José Matute era un policía experimentado cuando se topó con Bermejo. Bajito, cinturón negro de judo, bigote fascista, antes de ir a Canarias, había servido en el Protectorado español de Marruecos…
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