Los otrora estudiantes se acolchonan bajo el seno familiar, cuya sombra les cobija hasta el invierno. Mas, cuando hayan caído las hojas, como los pétalos de una margarita –“me llaman, no me llaman, me quieren, no me quieren”–, nos encontraremos en las mismas: miles de emigrantes. Mientras, los ingenieros de la Economía patria seguirán estimulando el crecimiento sobre la deuda: valor añadido, ya saben.
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