Publicado hace 9 años por --411117-- a escritosdesocupados.com

La gran calamidad de las ciudades es que en ellas nunca se deja de trabajar. ¿Merece la búsqueda de comodidad toda esa molestia, todo ese agotamiento? Si el ocio es el propósito final del trabajo, ¿por qué no simplemente entregarse a él sin remordimientos?