(...) Los nuevos hippies no son una subversión: son un bricolaje. Una estética de retales donde se funden retóricas esotéricas, dietas milagro, retales de sabiduría oriental descontextualizada y una disciplina corporal que raya en el fundamentalismo. El cuerpo como templo, sí, pero no para el amor o la vida, sino para un culto narcisista de vigilancia bioquímica. Cremas, ayunos intermitentes, suplementos, alineación de chakras, respiración holotrópica.