Marina llegó sin avisar, esas cosas pasan y le pasan a ella más que a nadie. Le dijo a Javier que tenían que hablar, como siempre que había algún pequeño lío, dramatizado como si fuera la caída del muro de Berlín. “Que a la niña la han llamado chinita de mierda en el colegio.”
A Javier se le erizó la nuca, esta vez no era nada ligero ni poco grave. En ese momento recordó, sin venir a cuento, su divorcio y lo amigable que había sido todo, ni escándalos, ni quejas, ni jueces de un color o de otro, nada. Todo fue bien como personas civilizadas.
No es que Marina buscará en Javier que hiciera algo que ella no podía hacer, no, ella se bastaba y se sobraba para resolver esta cuestión, pero sabía que él era el padre de Yeni, su hija adoptada.
Yeni era una niña fuerte, lo era, y podía encajar muchos golpes que la sociedad pudiera intentar lanzarle, pero aquel día llegó llorando a casa de Marina. Ella y Javier compartían el tiempo en casas separadas pero seguían siendo los padres de Yeni, los dos la querían, sin matices.
-Cuéntame más... ¿qué ha pasado? –dijo Javier mientras le traía un té con hielo a Marina.
-Unos niños, en el patio, cuando estaban jugando al fútbol, le dijeron que a la “chinita de mierda” no la querían en su equipo –dijo ella mirando al suelo con pena.
-Joder, no me jodas... pero si lleva años en ese colegio...
-Aún no he hablado con la dirección del colegio –seguía mirando al suelo, más preocupada por lo sucedido que por lo que él pudiera decir.
-Vamos mañana y hablamos con el tutor... –Javier se sentó a su lado sin saber si cogerla de los hombros afectuosamente o dejarlo correr.
Marina comenzó a llorar lentamente, sin voluntad ninguna, como si fuera el acto natural del rocío por la mañana. Sólo apuntó a decir un par de palabras.
-¿Por qué?
Tras pensar mucho en lo que quería decir esa pregunta, que evidentemente no tenía nada que ver con ir a hablar con el tutor, Javier, masculló una frase.
-Los niños son crueles.
Marina se lo quedó mirando por un instante. Javier corrigió la frase dándose cuenta de la estupidez que había dicho.
-Es buena en fútbol, por eso la rechazan. Por envidia.
Ella siguió sin entender la frase y ya estaba pensando que Javier no entendía el problema.
-Lo sé, lo sé, Marina, es nuestra hija y hay que hacer algo. Hablo con ella esta noche, antes de que vayamos mañana en el colegio.
Concretaron hora para hablar con el tutor y enviaron un mensaje al colegio. Mensaje que nadie respondió.
Esa noche, Javier y Yeni habían quedado en una cafetería debajo de casa de Marina. A una hora prudente. Ella muy preocupada por el tiempo de estudio que estaba dedicando a hablar con su padre.
-Papi, ya sé que no eres mi padre real, sólo mi padre-padre, el que me ha cuidado todo este tiempo.
-Y yo sé que tú sabes que soy un padre-padre... no quien te engendró. Lo hablamos cuando eras muy pequeña.
-Papi, me gusta mucho jugar al fútbol... –dijo ella con un mohín de incomodidad.
-Lo sé.
-Pero no me dejan jugar con nadie porque marco goles... No lo entiendo.
-Yo tampoco –dijo Javier suspirando porque en el fondo sí entendía el comportamiento humano.
-Tú seguro que sí lo sabes –respondió ella con un ligero brillo de admiración en los ojos.
-Mañana iremos a hablar con tu tutor.
-Ya. Pero seguiré siendo la chinita que marca goles –dijo ella dándole vueltas al vaso de su refresco.
-¿Sabes una cosa? Me encanta que te guste el fútbol y que seas tan buena jugadora.
-Lo sé, papi, y a mami también le gusta.
-Te voy a ser sincero porque sé que no eres nada tonta. No sé qué vamos a conseguir mañana hablando en el colegio en tu defensa de este abuso cultural, racista o simplemente de envidia pura.
-¿Y si dejo el fútbol?
-Hagas lo que hagas algunas personas seguirán faltándote al respeto. La única solución sería... –Javier sabía que no podía terminar la frase.
-Olvidarlo todo y seguir adelante, ¿no?
-Sí, eso, eso mismo... –Menos mal que su hija era más calmada y serena que él.
A la mañana siguiente, el tutor no tenía mucho tiempo para hablar con ellos. Dos frases educadas y poco más. Fuera, en el patio, se estaban organizando los equipos para jugar un rato al fútbol.