Hace sólo unos días se pudo ver a Rita Barberá moviéndose como pollo sin cabeza por los alrededores del Congreso de los Diputados. Era la mañana en que se inauguraba la Legislatura política y la exalcaldesa valenciana buscaba entre los señores diputados de su partido un gesto de cariño, una sonrisa amiga, una muestra de solidaridad. Nada. Barberá parecía desorientada. Era invisible.
Comentarios
Me ha encantado. Vaya "compañeros"...
y ahora ha llegado la hora de alabar