Según el artículo, delegamos el esfuerzo de pensar, razonar y estructurar ideas en la IA, lo que debilita nuestras propias capacidades mentales. Nos acostumbramos a aceptar respuestas convincentes pero potencialmente falsas sin cuestionarlas ni verificarlas. Y evitamos el proceso de esfuerzo (investigar, escribir) que es fundamental para aprender y asimilar conocimiento. Como contrapunto se indica que en el pasado se ha temido a nuevas tecnologías (escritura, calculadoras, internet) que al final han servido para ampliar nuestras capacidades.