Mientras no sean esas fotos de esa noche loca de copas y que en un improvisado fisting se nos fueron esas dos manos de la mano. Sobretodo por el qué dirán
Ojalá que al matarife no le den la hacienda por cárcel, algunos queremos sentir la excitante experiencia del priapismo espontáneo, viéndole expirar su último aliento tras las rejas.