Poco nos pasa. Imaginen que viven hacinados en espacios pequeños, sin apenas luz, ventilación ni medidas de higiene. Imaginen que comen en la misma superficie donde hacen sus necesidades, y que entre cucharada y cucharada de cereales, de vez en cuando se les cuela un resto de caca. La caca, ya saben, es una barra libre de virus y bacterias, el sistema que utiliza la biología para excretar desechos y sustancias tóxicas. Recuerden, viven hacinados, a oscuras y sin ventilación. Piensen en ese pollo o cerdo que mandan al matadero.
El Ministerio de Agricultura, con el respaldo de Asici, a través de un simple oficio administrativo, sin ninguna convalidación legislativa, lleva años consistiendo que 6.000 machos, sin raza definida y sin trazabilidad genética registrada en censo racial alguno sean aptos para su cruzamiento con madres ibéricas. A este tipo de artimañas, se ha sumado Aceriber. Sus gestores admiten abiertamente que en el libro genealógico de la raza porcina ibérica, se encuentran inventariadas miles de reproductoras que que no son de pura raza o 100% ibéricas.
El desembarco de cerdos ibéricos en EEUU resulta ser un asunto incómodo para el chef José Andrés, la figura más importante de la gastronomía española en Estados Unidos, que asegura que él “no hubiera dejado salir a los cerdos de España” ya que “no habrá ningún beneficio para el país”. La compra de Acornseekers por parte de Incarlopsa (el carnicero de Mercadona) podría llegar a comprometer el futuro de la empresa norteamericana, ya que la justicia española ha destapado prácticas de maltrato animal continuado en el matadero de Incarlopsa.
Los españoles consideran el jamón ibérico el caviar de la península ibérica. Pero ahora dos empresas estadounidenses han tenido la increíble temeridad de comenzar a importar cerdos a Estados Unidos para producir y elaborar su propio jamón ibérico, que comercializarán como jamón ibérico armericano. Fuentes del sector, indican que “el problema real es que somos una nación de idiotas que ha regalado nuestro tesoro ganadero, porque nuestros gobiernos no han hecho nunca nada para proteger nuestra genuina raza porcina ibérica".
El grupo catalán Vall Companys, que se hizo con el control de la compañía madrileña Comapa, considera que la antigua cúpula directiva podría haber cometido diversas irregularidades tras la venta de jamón polaco a muy bajo precio como si fuera español, con las marcas Sierra Alpujarra y Trevedul, pero no solo por un presunto engaño al consumidor, tal y como denunciaron los productores de Granada, sino también por posibles irregularidades en las cuentas. El juzgado de instrucción número 2 de Alcobendas ha admitido a trámite la querella.