#12 entiendo lo que dices pero no puedo compartirlo, porque de la soledad te enteras, de la muerte no.
Por ponerte un ejemplo, mis padres. Mi padre murió en 2013 a los 86 años de edad, y mi madre en 2015 a los 78. Ïgnorando la notable diferencia de edad, mi madre le había dedicado gran parte de su vida a mi padre. Cuando dejó de tener que cuidar de él —porque a los ochenta y pico ya necesitaba de asistencia para muchas cosas— mi vieja empezó a apagarse porque su motivación en vida eran los cuidados.
Hasta el último día de la muerte de mi viejo ambos eran felices y bien avenidos. Luego sólo queda una señora sola, triste, llorando, sobreviviendo como puede.
No. No es peor estar muerto. Te lo digo por experiencia ajena y propia.
#11 Vamos a ver, yo no he negado eso, de hecho lo sé. Muchas de las mujeres de hace una, dos generaciones o más no han tenido un trabajo cotizado en su vida, aunque no parasen de trabajar un solo día.
Lo que estoy diciendo no es nada que tenga que ver con eso. Lo que estoy diciendo es que digan que, vaya, están en peores circunstancias porque son ellas las que tienen pensiones más bajas incluyendo las de viudedad... ¿no estarán peor los hombres que han cotizado esas pensiones porque, más que nada, los están comiendo los gusanos?
Es como la noticia recurrente (aún la escuché este finde, creo) sobre la soledad y que, pobrecillas, uno de los grupos sociales que más solas viven son las mujeres mayores.
Digo... esto... ¿no será por lo mismo, esto es, que se han quedado viudas e igual peor que estar solos es estar muertos?
Es decir, que lo quieren vender como una plaga que se ceba especialmente en las mujeres cuando la realidad del asunto es que esas situaciones se generan, mayoritaria cuando no únicamente, debido al fallecimiento de un hombre.