lucho para la libertad de prensa, el sexo entre curas y monjas, la abolicion del tabaco, el alcol y el fin de la industria belica. Odio las religiones.
Tampoco las otras fuerzas del Estado (voluntariamente en minúscula) navegan en el oro. Aquí hay que sacar pasta para ellos y para más categorías. Estamos en un país cada vez más desértico y, si seguimos así, sin prevención y sin recursos, será complicado salvar forestas, animales y personas.
Seguro que alguien dirá que es una locura salvar la vida de los animales cuando hay mujeres, ancianos y niños muriendo. Noticias como estas, desde mi humilde punto de vista, son reconfortantes porque nos devuelven la esperanza en un mundo hecho de egoísmo e indiferencia.