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"Preguntamos al conocedor del clan Mendes si el fichaje de Ronaldo está fuera de mercado y nos responde con otra pregunta. ¿Conocemos la historia del cuadro Salvator Mundi? La historia es la siguiente: hay 15 cuadros de Leonardo Da Vinci en el mundo. El último original del maestro italiano apareció hace un siglo, pero en 2017 la familia real saudí pagó 450 millones de dólares por el Salvator Mundi, que algunos atribuyeron a Da Vinci alegremente y por motivos interesados, pero cuya autoría está puesta más que en duda. Ahora viene la analogía entre Ronaldo y el Salvator Mundi: “El fichaje de Ronaldo se explica por la teoría del lujo. Ficharle te da una exclusividad histórica, no fichas a un jugador sino a una figura irrepetible. El tema futbolístico es lo de menos. Es algo muy de jeque, lo compras porque puedes comprarlo, cueste lo que cueste, sin importar nada más. ¿Conoces el caso del cuadro Salvator Mundi? Cristiano Ronaldo es el nuevo Salvator Mundi. Es muy dudoso que valga lo que pagaron por él, es posible que ni siquiera sea un cuadro original, como Cristiano es posible que hoy sea un jugador del montón (de un montón alto quizá), pero nada de eso importa porque estos jeques caprichosos se comportan así, compran cosas que valgan un titular aunque no valgan lo que pagan por ello. Hay un punto de capricho en el tema, pero también una manera de hacer política. Creen de verdad que ser capaces de comprar este tipo de cosas genera admiración y no un poco de repelús”.
Con todos sus excesos, no estamos ante una inversión saudí 100% a fondo perdido. Hay intereses geopolíticos más profundos. Fichar al futbolista mediático es parte de una campaña de relaciones públicas, el soft power de un régimen en el filo de la navaja. Si la imagen internacional de Arabia Saudí no es la mejor por sus leyes sociales retrógradas y por un episodio sangriento que salpicó al líder máximo Mohammed bin Salman (el salvaje asesinato del periodista saudí disidente Jamal Khashoggi), en un contexto de boicot al petróleo ruso, Arabia Saudí se ha convertido (otra vez) en el nuevo mejor amigo de muchos países occidentales. A la Arabia Saudí petrolera nunca le vamos a cerrar la puerta en las narices, pero el país tiene una imagen negra que podría blanquearse con la llegada de Ronaldo y, tachán, su conversión en sede del Mundial de Fútbol 2030, al que también aspira España (con, ejem, Portugal, el país de Cristiano Ronaldo).