Cuando comencé a delegar mi éxito a las palabras de Dios a a través de un predicador b, perdí todo, cuando comencé a echarle una culpa al diablo c, perdí todo.
Este esquema, brillantemente descrito, trasciende la religión: es el de la acumulación de poder mediante la delegación de responsabilidades. Las palabras de Dios puede ser sustituído por las acciones de un Estado, predicador por profesional de la política y diablo... el diablo siempre son los otros.
Y de modo más particular, se pueden hacer muchas más sustituciones de a, b y c que seguirían definiendo otras tantas situaciones.
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Ya ha aparecido por aquí, pero me parece muy interesante y esclarecedor:
https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2018-04-04/educacion-finlandia-mito-gabriel-heller-sahlgren_1544856/