Pues para mí ha sido justo al revés: a pesar de la relativa falta de sueño, de los pañales, de la falta de tiempo...yo soy MUCHO, MUCHÍSIMO MÁS FELIZ, de lo que era antes. Mi vida es infinitamente mejor, mi día a día está lleno de alegría y de una clase de felicidad que no es comparable a nada y que te compensa todo el trabajo, todos los gastos, todo el tiempo que le echas.
No animo a nadie que no tenga ganas a tener niños (al contrario, creo que soy feliz porque lo deseaba intensamente), pero afirmo que no hay felicidad comparable a la de tener un hijo (al menos de momento, que la mía tiene año y medio, no sé qué diré dentro de 12 años).
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-La propiedad está escriturada a nombre de la hija pequeña, de nueve años.
A los 9 años lo único que tenía con mi nombre eran los libros de texto.