Un nuevo informe encuentra niveles peligrosamente altos de plomo, uranio y otros metales pesados en ciudades devastadas por las guerras en Ucrania y Gaza, haciéndolas tóxicas por generaciones. Las secuelas fueron asombrosas, con tasas de mortalidad infantil que se dispararon al 13% entre 2009 y 2010 (en comparación con alrededor del 2% en Egipto, por ejemplo). Los defectos congénitos estaban tan extendidos que algunos médicos aconsejaron a los padres que pospusieran la idea de tener hijos.
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