Hace apenas una década, cuando pensábamos en las grandes ciudades chinas, nuestra mente generaba imágenes de autopistas colapsadas en atascos permanentes y cielos de un gris plomizo por los altos índices de contaminación. Hoy, mientras Europa sigue buscando soluciones para acelerar su transición energética, el gigante asiático se ha convertido en el líder de una revolución eléctrica que evoluciona su movilidad urbana, impulsa su industria y mejora la calidad del aire para cientos de millones de ciudadanos.
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